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Daniel Guerrero | La Artillería de los Machado

Era un cuartel casi en el centro de Sevilla, el de la Real Fábrica de Artillería, ubicado en el barrio de San Bernardo, a un paso, cruzando el puente, de los Jardines de Murillo. Y eran unas inmensas naves sin uso desde que el Ejército las abandonara, allá por la última década del siglo pasado.


Aparte de sitio tan privilegiado, que las constructoras inmobiliarias ya hubieran mancillado con su avaricia especulativa si no fuera porque estaba catalogado como Bien de Interés Cultural, allí permanecían unas edificaciones militares del barroco industrial tardío, construidas modularmente, con un sentido unitario del espacio, formando una cuadrícula mediante un sistema arquitrabado de pilares, lo que permitía disponer de un espacio despejado de grandes dimensiones.

En este lugar se forjaron, a lo largo de su historia fabril, cañones para los galeones de indias, el Giraldillo –la veleta– de la Giralda y hasta los leones que custodian el Congreso de los Diputados. Y, absorbida ya por la Empresa Nacional Santa Bárbara, también fabricaba componentes y repuestos para carros de combate, hasta que en 1991 dejó de funcionar como industria militar.

Afortunadamente, la piqueta no pudo arrebatar esas instalaciones que, tras años de reformas y adecentamientos, han pasado a formar parte del equipamiento público y cultural de la ciudad, destinado a convertirse en el Centro Cultural y de Innovación Magallanes.

Como tal, será un espacio explicativo y conmemorativo del V Centenario de la primera vuelta al mundo, la gran gesta marinera que, partiendo del puerto de Sevilla, logró circunnavegar el planeta en barcos comandados por Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano.

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Además, el nuevo centro cultural servirá también para albergar espacios de coworking para nuevas ideas empresariales, un lugar escénico experimental, talleres multidisciplinares, estudios de grabación, salas de exposición, oficinas, laboratorios de pensamiento, incubación y aceleración de startups, todo ello dispuesto en cinco espacios interconectados y con funcionalidades diferentes.

Pero antes, desde hace unos días, la antigua Fábrica de Bronces, fundada alrededor de 1565 por iniciativa privada de la familia Morel y que dio origen a la Fábrica Artillería, acoge una exposición sin precedentes sobre los hermanos Machado, Manuel y Antonio, que mostrará que la relación entre ellos, lejos de estar enfrentadas, eran fraternales y colaborativas.

Ambos eran poetas y dramaturgos, pero la Guerra Civil los separó, al permanecer Manuel, el mayor de ellos, en Burgos, donde lo sorprendió el levantamiento militar, y huir Antonio al exilio en Francia por su defensa de los principios de la República.

Tal adversidad azarosa entre hermanos sirvió para alimentar el mito de las dos Españas, basándose, entre otras cosas, en el supuesto enfrentamiento entre Manuel y Antonio Machado, separados geográfica y políticamente a causa de la guerra, pero unidos fraternalmente por la sangre y la literatura.

Y eso es, precisamente, lo que la muestra trata de aclarar con la exposición Los Machado. Retrato de familia, que conmemora los 150 años del nacimiento de los hermanos Machado, y que fue inaugurada el pasado 21 de octubre en la Real Fábrica de Artillería por el rey Felipe VI.

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La exposición presenta, juntos por primera vez, los dos depósitos documentales más importantes sobre los Machado que existen en nuestro país: la colección Los papeles de los Machado, perteneciente a la Fundación Unicaja, y la de la Institución Fernán González de la Real Academia Burgense de Historia y Bellas Artes, complementados, además, por elementos de otras instituciones, como el Museo del Prado, la Real Academia Española de la Lengua, la Universidad de Sevilla y el Ayuntamiento hispalense.

Todo ese material, desde las colecciones hasta los elementos reunidos en la exposición, permite descubrir el legado intelectual de los Machado, un linaje sevillano que abarca tres generaciones, poniendo de relieve el valor historiográfico, literario y emocional de una muestra que no solo trata de reconstruir la trascendencia cultural y creativa de la familia Machado, sino también la relación íntima y familiar que mantenían ambos hermanos, dos de los más notables poetas españoles a los que la guerra separó.

De este modo, se puede contemplar, reunidos por primera vez en esta exposición, los fondos documentales de los hermanos Manuel y Antonio Machado Ruiz, así como el legado de los abuelos Antonio Machado Núñez –un científico que fue rector de la Universidad de Sevilla, gobernador civil y alcalde de Sevilla- y Cipriana Álvarez Durán –pintora y apasionada de la literatura oral y el folklore-, de los padres Antonio Machado Álvarez Demófilo –considerado el primer gran folklorista español– y Ana Ruiz Hernández, y del hermano José Machado Ruiz, pintor.

Y es que Manuel y Antonio Machado eran dos grandes poetas que estaban más unidos de lo que la propaganda y los prejuicios ideológicos nos hicieron creer. No solo recibieron una educación idéntica en la Institución Libre de Enseñanza, creada por Francisco Giner de los Ríos, sino que colaboraban entre ellos, con una admiración mutua, escribiendo sobre todo obras de teatro.

También colaboraron juntos, en 1893, en el semanario satírico La Caricatura, bajo los seudónimos Polilla (Manuel) y Cabellera (Antonio). Y firmaron conjuntamente, con el nombre de Tablante de Ricamonte, uno de los primeros textos escritos a cuatro manos que marcarán sus vidas.

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¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera!
¿Qué tiene este verso, madre,
que de ternura me llena,
que no lo puedo decir
sin que el corazón me duela?

¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera!
¿Qué tienen, madre, qué tienen
estas palabras que suenan
tan adentro de mi pecho
y tan lejos y tan cerca…?

¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera!
¿Qué dicen sin decir nada…?
Sin contar nada, ¿qué cuentan?
De estas palabras sencillas
¿Qué puso Antonio en las letras?

¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera!
Cuando en mis labios las tomo
y hasta mis oídos llegan…
¿Por qué lloro sin consuelo?
y por qué lloro sin pena?

¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera!


Los dos hermanos eran poetas de enorme sensibilidad y talla, aunque Manuel quedó ensombrecido por el calvario injustificado que padeció Antonio al tener que huir de España a causa de sus ideas republicanas y morir, como su madre, en el exilio de Collioure.

Cuando estalló la Guerra Civil, España quedó dividida en dos zonas: la nacional sublevada y la republicana que se mantenía fiel a la legalidad. Antonio sería evacuado conforme avanzaba el frente de los sublevados, primero a Valencia, luego a Barcelona y, finalmente, al exilio en Francia.

A Manuel lo sorprendió el levantamiento militar en Burgos, de donde no pudo regresar a Madrid y acaba detenido y encarcelado durante tres días. Esa experiencia lo aterra al temer por su vida. Y se adapta a sobrevivir en el bando nacional para “Que las olas me traigan y las olas me lleven, / y que jamás me obliguen el camino a elegir”.

Antonio se convertiría en mártir de la poesía por su valor estético y moral. Manuel quedaría despreciado y olvidado, hasta hoy, por aquella infame oda a Franco (Al sable del Caudillo). Ambos, sin embargo, fueron juzgados con razones extraliterarias.

Tanto por el recinto histórico –la Real Fábrica de Artillería– como por la muestra sin precedentes que allí se exhibe, merece la pena visitar la exposición Los Machado. Retrato de familia, que se podrá disfrutar de manera gratuita hasta el próximo diciembre, antes de trasladarse a Burgos, Madrid y Salamanca. Está comisariada por Alfonso Guerra y coordinada por Eva Díaz Pérez y Belén Castillo.

DANIEL GUERRERO
FOTOGRAFÍA: FUNDACIÓN UNICAJA

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