Durante un tiempo le estuve dando vueltas a la palabra mena que, como todos sabemos, hace referencia a los “menores no acompañados” que han llegado a nuestro país huyendo del paro, el hambre y la violencia en la que vivían. Lo cierto es que no sé a quién se le ocurrió utilizarla, ya que es una especie de acrónimo que une la sílaba inicial de la primera palabra y las dos primeras letras de las siguientes, formando "me-n-a". Evidentemente, quien la imaginó lo hizo con un abierto tono despectivo, porque no es lo mismo decir menor no acompañado que utilizar el mote de mena.
No creo que sea ahora necesario explicar que las palabras no son inocentes, puesto que normalmente tienen más de un significado, a lo que habría que añadir que la entonación con la que se pronuncia puede dar lugar a que se reciba como una forma de expresión amable hasta otra de tipo despectivo o vejatorio.
Además, las similitudes fonéticas con otros vocablos refuerzan sus significados. Por ejemplo, si pensamos en la palabra amenazar, comprobamos que en su interior se encuentra el término mena (a-mena-zar). De este modo, no es lo mismo decir “he visto en el parque a un menor no acompañado” –que, posiblemente, nos induzca a sentir cierta compasión– a expresar “he visto en el parque a un mena”, dado que lo más probable es que provoque miedo e inseguridad.
Además, si a la palabra se le añade una imagen agresiva, se la refuerza en negatividad. Es, por ejemplo, lo que aconteció en Madrid cuando aparecieron en algunas paradas del Metro unos enormes carteles en los que se veía a una señora mayor de pelo blanco, con los ojos entornados y semblante serio, mirada fijamente desde el otro lado por un hombre de raza negra, con la cabeza y media cara cubiertas.
El eslogan, a gran tamaño, decía: “Un mena 4.700 euros al mes. Tu abuela 476 euros de pensión/mes”, al tiempo que más debajo aparecía escrito: “Protege Madrid”. Esta era la campaña abiertamente xenófoba de Vox dirigida contra los menores no acompañados aparecida en 2021.
Con ella se pretendía divulgar que en la Comunidad Autónoma de Madrid se estaba gastando más dinero con los menas que en ayudas a los mayores o, lo que es lo mismo, en malgastarlo con esos supuestos potenciales o reales delincuentes. Y aunque esta imagen se difundió en Madrid, lo cierto es que la vimos por todo el país, ya que los medios de comunicación se encargaron de divulgarla.
Ha transcurrido tiempo desde esa campaña. En la actualidad, el problema de los menores no acompañados continúa, y se vive con intensidad en Canarias, ya que hay unos seis mil que necesitan urgentemente que se resuelva su situación. Esta cuestión la debatimos en la tertulia que tenemos formada en la Facultad de Ciencias de la Educación y, en medio de la charla, se habló de que una compañera que había estado en Ecuador y se dijo que este país, que tradicionalmente había sido bastante tranquilo, se había convertido en un auténtico polvorín social debido a la extensión de las maras.
Por mi parte, indiqué que la nación que tiene mayor problema con las pandillas que reciben esa denominación es El Salvador, pequeño país de Centroamérica, en el que su presidente, Nayib Bukele, ha promovido leyes que rayan en la deshumanización de los sectores de la población marginada y sin futuro que han formado bandas para delinquir y que, como característica especial de quienes pertenecen a ellas, destacan los tatuajes que les cubren el cuerpo.
En la charla, llegamos al acuerdo de que en El Salvador la palabra mara proviene de marabunta, que es la que designa a las peligrosas hormigas legionarias que devoran todo lo comestible que a su paso encuentran. En el momento en que escuché esa palabra fue cuando me di cuenta de la semejanza fonética que tienen las palabras mena y mara, ambas de dos sílabas, por lo que la pronunciación de la primera, de manera no consciente, da lugar a que se relacione con la segunda. Así, los menas también serían, según algunos, como marabuntas que vienen a comerse todo lo bueno que aquí tenemos.
No voy a extenderme más en todo tipo de desprecios que reciben y soportan esos niños y adolescentes, en su mayoría procedentes de África, tras la ruta de sufrimiento que han padecido hasta llegar a nuestro país. En cambio, esperemos que se dé solución a este problema con una legislación justa, aun sabiendo que esta cuestión va a subsistir, mientras que las causas que dan lugar a esa huida de sus países de origen no tengan visos de resolverse.
No creo que sea ahora necesario explicar que las palabras no son inocentes, puesto que normalmente tienen más de un significado, a lo que habría que añadir que la entonación con la que se pronuncia puede dar lugar a que se reciba como una forma de expresión amable hasta otra de tipo despectivo o vejatorio.
Además, las similitudes fonéticas con otros vocablos refuerzan sus significados. Por ejemplo, si pensamos en la palabra amenazar, comprobamos que en su interior se encuentra el término mena (a-mena-zar). De este modo, no es lo mismo decir “he visto en el parque a un menor no acompañado” –que, posiblemente, nos induzca a sentir cierta compasión– a expresar “he visto en el parque a un mena”, dado que lo más probable es que provoque miedo e inseguridad.
Además, si a la palabra se le añade una imagen agresiva, se la refuerza en negatividad. Es, por ejemplo, lo que aconteció en Madrid cuando aparecieron en algunas paradas del Metro unos enormes carteles en los que se veía a una señora mayor de pelo blanco, con los ojos entornados y semblante serio, mirada fijamente desde el otro lado por un hombre de raza negra, con la cabeza y media cara cubiertas.
El eslogan, a gran tamaño, decía: “Un mena 4.700 euros al mes. Tu abuela 476 euros de pensión/mes”, al tiempo que más debajo aparecía escrito: “Protege Madrid”. Esta era la campaña abiertamente xenófoba de Vox dirigida contra los menores no acompañados aparecida en 2021.
Con ella se pretendía divulgar que en la Comunidad Autónoma de Madrid se estaba gastando más dinero con los menas que en ayudas a los mayores o, lo que es lo mismo, en malgastarlo con esos supuestos potenciales o reales delincuentes. Y aunque esta imagen se difundió en Madrid, lo cierto es que la vimos por todo el país, ya que los medios de comunicación se encargaron de divulgarla.
Ha transcurrido tiempo desde esa campaña. En la actualidad, el problema de los menores no acompañados continúa, y se vive con intensidad en Canarias, ya que hay unos seis mil que necesitan urgentemente que se resuelva su situación. Esta cuestión la debatimos en la tertulia que tenemos formada en la Facultad de Ciencias de la Educación y, en medio de la charla, se habló de que una compañera que había estado en Ecuador y se dijo que este país, que tradicionalmente había sido bastante tranquilo, se había convertido en un auténtico polvorín social debido a la extensión de las maras.
Por mi parte, indiqué que la nación que tiene mayor problema con las pandillas que reciben esa denominación es El Salvador, pequeño país de Centroamérica, en el que su presidente, Nayib Bukele, ha promovido leyes que rayan en la deshumanización de los sectores de la población marginada y sin futuro que han formado bandas para delinquir y que, como característica especial de quienes pertenecen a ellas, destacan los tatuajes que les cubren el cuerpo.
En la charla, llegamos al acuerdo de que en El Salvador la palabra mara proviene de marabunta, que es la que designa a las peligrosas hormigas legionarias que devoran todo lo comestible que a su paso encuentran. En el momento en que escuché esa palabra fue cuando me di cuenta de la semejanza fonética que tienen las palabras mena y mara, ambas de dos sílabas, por lo que la pronunciación de la primera, de manera no consciente, da lugar a que se relacione con la segunda. Así, los menas también serían, según algunos, como marabuntas que vienen a comerse todo lo bueno que aquí tenemos.
No voy a extenderme más en todo tipo de desprecios que reciben y soportan esos niños y adolescentes, en su mayoría procedentes de África, tras la ruta de sufrimiento que han padecido hasta llegar a nuestro país. En cambio, esperemos que se dé solución a este problema con una legislación justa, aun sabiendo que esta cuestión va a subsistir, mientras que las causas que dan lugar a esa huida de sus países de origen no tengan visos de resolverse.
AURELIANO SÁINZ
FOTOGRAFÍA: CRUZ ROJA ESPAÑOLA
FOTOGRAFÍA: CRUZ ROJA ESPAÑOLA