Hacía un rato que había subido la pequeña escalinata que hay a la entrada de la Facultad. Allí permanecían todavía algunos alumnos rezagados, dado que la mayoría, que suele sentarse en los escalones en la media hora de descanso, ya se encontraba dentro, puesto que se reanudaban las clases de las distintas asignaturas.
Una vez que he preparado los medios para proyectar en la pantalla las imágenes de los dibujos de los escolares, les lanzo la siguiente pregunta: “¿Alguno de vosotros sabe qué significa la palabra expósito?”. Era un modo de animarlos a que pensaran por sí mismos, dado que estábamos debatiendo sobre la familia, o mejor, las familias, a partir de los dibujos realizados por los escolares y que ellos recogieron durante las prácticas.
En esta ocasión, analizábamos de los dibujos de niños y niñas pertenecientes a familias monoparentales, por lo que me pareció pertinente hacerles esta pregunta de manera un tanto espontánea y, de esta forma, abrir un debate sobre las transformaciones que se están dando en las distintas modalidades familiares.
Eché una ojeada al aula y comprobé que no había levantada ninguna mano. Permanecí un momento mirándolos porque me sorprendió que nadie de los presentes conociera este término, ya que pensaba para mis adentros que lo más probable es que alguno hubiera conocido a algún compañero que lo portara como apellido.
“Bueno, parece que ninguno de vosotros conoce el significado de esta palabra, lo cual me alegra mucho”, les indico, con aire un tanto expectante. En esos momentos, las sonrisas y alguna risa entrecortada asomaron, pensando que les estaba bromeando porque no supieran responder a esta pregunta. Imaginaban que la falta de respuesta era un signo de ignorancia colectiva, tal como suele suceder en las clases.
Al momento les aclaré: “Tal como os he dicho, me alegra que ninguno sepa su significado, puesto que esto quiere decir que el estigma que se les aplicaba a los recién nacidos que eran abandonados o entregados a un establecimiento benéfico, y que solían recibir el apellido ‘Expósito’, ya ha perdido relevancia social y se desconoce que quien lo lleva ya no tiene que soportar la sospecha de que hubo una falta o ‘pecado’ que cometió algún familiar de generaciones precedentes”.
“En muchos casos”, continuo, “eran hijos de madres solteras que por vergüenza o por imposibilidad de criarlos los entregaban o los abandonaban en un torno preparado en algún centro con el fin de que fueran recogidos. Tened en cuenta que, aunque esto ahora os cueste imaginarlo, se daban casos de chicas jóvenes que quedaban embarazadas a las que se las expulsaba de la casa pues suponía un oprobio para el honor de la familia”.
Sigo y les indico que, puesto que han sido muchos años los que llevo en la docencia, me he encontrado con casos de alumnos o alumnas que portaban este apellido. Les añado que he consultado la cifra de quienes actualmente lo tienen en España, dando como resultado la de 34.738 como primer apellido y 37.732 como segundo, es decir, que hay un total de 72.732 casos, cantidad nada despreciable.
“Es posible que algunos de ellos supieran lo que significaba y tuvieran que soportar esa especie de rechazo social que habían heredado. Tened en cuenta que años atrás era muy complicado cambiarse los apellidos, a diferencia de la actualidad en que sí pueden hacerse con cierta facilidad. Es más, como bien sabéis, las madres solteras pueden dar sus dos apellidos a sus hijos”.
En medio de la charla, pienso que, en líneas generales, las nuevas generaciones desconocen las múltiples discriminaciones que se generaban a partir de una moral muy dura y punitiva, especialmente, con las mujeres, aunque hay que apuntar que alcanzaba a todo el mundo, por lo que han sido necesarios años de trabajo y luchas contra este tipo de injusticias.
Para que comprendan que las formas de discriminación son diversas, les indico que no solamente son las actitudes las que ofenden, puesto que se suele usar también el lenguaje como manera de agresión, ya que para nada es neutral, dado que las palabras van cargadas de significados connotativos que hay que conocer para comprender los rechazos sociales.
Ampliando el debate, hago referencia, por ejemplo, a la mujer que se casaba con un hombre que había enviudado recibía la denominación de ‘madrastra’, con toda la carga peyorativa tiene este término a partir de cuentos infantiles que se han difundido de generación en generación. Nos extendemos a otros términos que conocen y que llevan una fuerte carga de rechazo y de exclusión social, centrándonos en el de ‘disminuido’ que finalmente ha sido quitado de la Constitución para que pueda hablarse de personas con discapacidad, dado que el anterior era abiertamente ofensivo.
Tras sus intervenciones, retomo el tema del dibujo infantil, remarcándoles que, como bien ya saben, no me importa entrar en ocasiones en otros ámbitos, como es el del lenguaje, dado que entiendo que las aulas universitarias están también para formar a personas con capacidad crítica y, más aún, si van a ser docentes, como les sucede a ellos.
Una vez que he preparado los medios para proyectar en la pantalla las imágenes de los dibujos de los escolares, les lanzo la siguiente pregunta: “¿Alguno de vosotros sabe qué significa la palabra expósito?”. Era un modo de animarlos a que pensaran por sí mismos, dado que estábamos debatiendo sobre la familia, o mejor, las familias, a partir de los dibujos realizados por los escolares y que ellos recogieron durante las prácticas.
En esta ocasión, analizábamos de los dibujos de niños y niñas pertenecientes a familias monoparentales, por lo que me pareció pertinente hacerles esta pregunta de manera un tanto espontánea y, de esta forma, abrir un debate sobre las transformaciones que se están dando en las distintas modalidades familiares.
Eché una ojeada al aula y comprobé que no había levantada ninguna mano. Permanecí un momento mirándolos porque me sorprendió que nadie de los presentes conociera este término, ya que pensaba para mis adentros que lo más probable es que alguno hubiera conocido a algún compañero que lo portara como apellido.
“Bueno, parece que ninguno de vosotros conoce el significado de esta palabra, lo cual me alegra mucho”, les indico, con aire un tanto expectante. En esos momentos, las sonrisas y alguna risa entrecortada asomaron, pensando que les estaba bromeando porque no supieran responder a esta pregunta. Imaginaban que la falta de respuesta era un signo de ignorancia colectiva, tal como suele suceder en las clases.
Al momento les aclaré: “Tal como os he dicho, me alegra que ninguno sepa su significado, puesto que esto quiere decir que el estigma que se les aplicaba a los recién nacidos que eran abandonados o entregados a un establecimiento benéfico, y que solían recibir el apellido ‘Expósito’, ya ha perdido relevancia social y se desconoce que quien lo lleva ya no tiene que soportar la sospecha de que hubo una falta o ‘pecado’ que cometió algún familiar de generaciones precedentes”.
“En muchos casos”, continuo, “eran hijos de madres solteras que por vergüenza o por imposibilidad de criarlos los entregaban o los abandonaban en un torno preparado en algún centro con el fin de que fueran recogidos. Tened en cuenta que, aunque esto ahora os cueste imaginarlo, se daban casos de chicas jóvenes que quedaban embarazadas a las que se las expulsaba de la casa pues suponía un oprobio para el honor de la familia”.
Sigo y les indico que, puesto que han sido muchos años los que llevo en la docencia, me he encontrado con casos de alumnos o alumnas que portaban este apellido. Les añado que he consultado la cifra de quienes actualmente lo tienen en España, dando como resultado la de 34.738 como primer apellido y 37.732 como segundo, es decir, que hay un total de 72.732 casos, cantidad nada despreciable.
“Es posible que algunos de ellos supieran lo que significaba y tuvieran que soportar esa especie de rechazo social que habían heredado. Tened en cuenta que años atrás era muy complicado cambiarse los apellidos, a diferencia de la actualidad en que sí pueden hacerse con cierta facilidad. Es más, como bien sabéis, las madres solteras pueden dar sus dos apellidos a sus hijos”.
En medio de la charla, pienso que, en líneas generales, las nuevas generaciones desconocen las múltiples discriminaciones que se generaban a partir de una moral muy dura y punitiva, especialmente, con las mujeres, aunque hay que apuntar que alcanzaba a todo el mundo, por lo que han sido necesarios años de trabajo y luchas contra este tipo de injusticias.
Para que comprendan que las formas de discriminación son diversas, les indico que no solamente son las actitudes las que ofenden, puesto que se suele usar también el lenguaje como manera de agresión, ya que para nada es neutral, dado que las palabras van cargadas de significados connotativos que hay que conocer para comprender los rechazos sociales.
Ampliando el debate, hago referencia, por ejemplo, a la mujer que se casaba con un hombre que había enviudado recibía la denominación de ‘madrastra’, con toda la carga peyorativa tiene este término a partir de cuentos infantiles que se han difundido de generación en generación. Nos extendemos a otros términos que conocen y que llevan una fuerte carga de rechazo y de exclusión social, centrándonos en el de ‘disminuido’ que finalmente ha sido quitado de la Constitución para que pueda hablarse de personas con discapacidad, dado que el anterior era abiertamente ofensivo.
Tras sus intervenciones, retomo el tema del dibujo infantil, remarcándoles que, como bien ya saben, no me importa entrar en ocasiones en otros ámbitos, como es el del lenguaje, dado que entiendo que las aulas universitarias están también para formar a personas con capacidad crítica y, más aún, si van a ser docentes, como les sucede a ellos.
AURELIANO SÁINZ
FOTOGRAFÍA: AURELIANO SÁINZ
FOTOGRAFÍA: AURELIANO SÁINZ