Año nuevo, sí, aunque repitamos las mismas palabras, iguales gestos y parecidos comportamientos, nuestras vidas serán nuevas y nuestras experiencias diferentes de las pasadas. Por mucho que nos esforcemos para seguir siendo como somos, para conservar lo que poseemos y para mantener lo que hemos logrado, nuestras vidas serán nuevas y, si nos lo proponemos, en algunos aspectos podrán ser mejores.
El tiempo no es sólo una sucesión lineal sino también una repetición cíclica, circular porque no todo muere, sino que algunas experiencias renacen y se renuevan, se transforman, y algunas nunca no se disuelven totalmente.
Tú, amiga y amigo, ahora mismo, con independencia de la edad que hayas alcanzado, aún posees ciertas capacidades para empezar algo nuevo y para configurar tu mundo de acuerdo con los modelos que dibujes con las ideas y con los deseos: puedes renacer y recomenzar.
¿Cómo? Aprendiendo del pasado con tus recuerdos, del presente con tu inteligencia y del futuro con tu imaginación y con tus deseos. Prestando atención a tus seres queridos, incluso a los que ya se han marchado, hablando con ellos y de ellos, y agradeciéndoles sus favores. Puedes honrarlos y hacerlos crecer y enriquecerte con sus recuerdos. Olvidarlos es perder una parte importante de tu vida actual y desaprovechar oportunidades para compensar tus descuidos del pasado.
Todos podremos aprovechar ocasiones para vivir, para paladear cada uno de los instantes y para exprimir las ocasiones de crecer, de fructificar y de disfrutar respetando, amando y colaborando con las demás personas con las que convivimos. Incluso pensar en la brevedad de la vida nos servirá para recrearnos en el doble sentido de esta palabra: para inventar una nueva manera de vivir, para aprovecharla y para disfrutarla.
Incluso los episodios dolorosos propios y los sufrimientos de personas queridas, serán invitaciones para que “releamos” la vida, para que tengamos una nueva visión de las cosas y para que vivamos cada uno de los segundos que componen nuestra –siempre corta– existencia.
Aprovechar las oportunidades para paladear cada uno de los instantes y para exprimir las ocasiones de crecer y de disfrutar respetando, amando y colaborando con las personas con las que convivimos y para disfrutar con ellas más y mejor. Os invito a que penséis y repenséis las actuales formas de vivir y que inventéis una nueva manera de crecer, que imaginéis diferentes formas de afrontar el paso del tiempo, esa imparable corriente que constituye uno de los bienes más escasos e irrecuperables de nuestras vidas.
En mi opinión, para vivir un nuevo año deberíamos aprender el arte de llenar el presente con los mejores materiales del pasado y del futuro, rescatar trozos de las experiencias vividas mediante el recuerdo de tiempos gozosos, de sensaciones juveniles provechosas y de vivencias placenteras. Permitidme, amigas y amigos, que os diga que está en nuestras manos adelantar un porvenir nuevo recurriendo a los deseos, a la imaginación y a los sueños.
El tiempo no es sólo una sucesión lineal sino también una repetición cíclica, circular porque no todo muere, sino que algunas experiencias renacen y se renuevan, se transforman, y algunas nunca no se disuelven totalmente.
Tú, amiga y amigo, ahora mismo, con independencia de la edad que hayas alcanzado, aún posees ciertas capacidades para empezar algo nuevo y para configurar tu mundo de acuerdo con los modelos que dibujes con las ideas y con los deseos: puedes renacer y recomenzar.
¿Cómo? Aprendiendo del pasado con tus recuerdos, del presente con tu inteligencia y del futuro con tu imaginación y con tus deseos. Prestando atención a tus seres queridos, incluso a los que ya se han marchado, hablando con ellos y de ellos, y agradeciéndoles sus favores. Puedes honrarlos y hacerlos crecer y enriquecerte con sus recuerdos. Olvidarlos es perder una parte importante de tu vida actual y desaprovechar oportunidades para compensar tus descuidos del pasado.
Todos podremos aprovechar ocasiones para vivir, para paladear cada uno de los instantes y para exprimir las ocasiones de crecer, de fructificar y de disfrutar respetando, amando y colaborando con las demás personas con las que convivimos. Incluso pensar en la brevedad de la vida nos servirá para recrearnos en el doble sentido de esta palabra: para inventar una nueva manera de vivir, para aprovecharla y para disfrutarla.
Incluso los episodios dolorosos propios y los sufrimientos de personas queridas, serán invitaciones para que “releamos” la vida, para que tengamos una nueva visión de las cosas y para que vivamos cada uno de los segundos que componen nuestra –siempre corta– existencia.
Aprovechar las oportunidades para paladear cada uno de los instantes y para exprimir las ocasiones de crecer y de disfrutar respetando, amando y colaborando con las personas con las que convivimos y para disfrutar con ellas más y mejor. Os invito a que penséis y repenséis las actuales formas de vivir y que inventéis una nueva manera de crecer, que imaginéis diferentes formas de afrontar el paso del tiempo, esa imparable corriente que constituye uno de los bienes más escasos e irrecuperables de nuestras vidas.
En mi opinión, para vivir un nuevo año deberíamos aprender el arte de llenar el presente con los mejores materiales del pasado y del futuro, rescatar trozos de las experiencias vividas mediante el recuerdo de tiempos gozosos, de sensaciones juveniles provechosas y de vivencias placenteras. Permitidme, amigas y amigos, que os diga que está en nuestras manos adelantar un porvenir nuevo recurriendo a los deseos, a la imaginación y a los sueños.
JOSÉ ANTONIO HERNÁNDEZ GUERRERO