Javier Martín Fernández cumplió el pasado 24 de enero diez años al frente del Consejo Regulador de las Denominaciones de Origen Protegidas (DOP) Montilla-Moriles y Vinagre de Montilla-Moriles. Una década como presidente del máximo órgano de control de los vinos, tras tomar el relevo de Emilio Recio Espejo el 24 de enero de 2013 y haber sido reelegido en dos ocasiones: la primera, en junio de 2016 y, la segunda, en septiembre del año 2020, en plena pandemia de coronavirus, que le mantendrá en el cargo, al menos, hasta el mes de agosto del año 2024.
Nacido en Córdoba en 1959, Javier Martín Fernández es licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla, donde logró culminar sus estudios con el Premio Extraordinario Fin de Carrera en 1981. Doctor en Derecho por la Universidad de Córdoba, el presidente del Consejo Regulador de Montilla-Moriles es catedrático de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad Complutense de Madrid. Su actividad docente e investigadora le ha llevado a publicar un gran número de libros, además de dirigir la revista Práctica Tributaria, de la editorial SEPIN.
Presidente del Consejo para la Defensa del Contribuyente del Ministerio de Hacienda y Función Pública, Javier Martín ha formado parte de las comisiones para la reforma de la Ley General Tributaria -de la que fue secretario-, de las comunidades autónomas o para la financiación de las Haciendas Locales.
De igual modo, ha prestado asesoramiento para el anteproyecto de la nueva Ley General Tributaria, con el objetivo de adecuar esta norma al ordenamiento comunitario, y ha participado como experto en la elaboración del Libro Blanco de la Agricultura y el Desarrollo Rural, elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Desde 2013 ostenta la presidencia del Consejo Regulador de Montilla-Moriles y, además, es miembro de los patronatos de las Fundaciones para la Promoción de los Estudios Financieros y Paradigma de Córdoba; del Gabinete de Estudios de la Asociación Española de Asesores Fiscales; del Comité Académico de la Federación Española de Técnicos Tributarios y del Observatorio del Autónomo (ATA).
Presidente de la Fundación Bodegas Campos y, por tanto, de la Cátedra de Gastronomía de Andalucía, Javier Martín es también académico correspondiente de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba y pertenece a la Asociación Fiscal Internacional (IFA), a la Asociación Española de Asesores Fiscales, a la Asociación Española de Derecho Financiero y a la Asociación Europea de Profesores de Derecho Financiero.
—Renovó la presidencia del Consejo Regulador, por segunda vez, en septiembre de 2020 y su actual mandato expira en agosto de 2024. Llegado ese momento, ¿se ve con fuerza y con ilusión de continuar durante cuatro años más?
—Gracias a Dios, no me faltan fuerzas, ilusión e implicación con los proyectos en los que estoy involucrado. Ahora bien, soy de los que piensan que uno no debe eternizarse en los puestos de responsabilidad, ya que siempre es bueno incorporar savia nueva. Además, la decisión será, en todo caso, de los agricultores, de las bodegas y de las cooperativas, pues mi puesto está siempre a su disposición.
—¿Qué balance haría de estos diez años al frente del Consejo Regulador?
—Muy positivo, gracias al esfuerzo de todos los que integran el marco –agricultores, bodegas y cooperativas–, incluidos el gerente, Enrique Garrido, y todo su personal.
—Echando la vista atrás, ¿en qué ha cambiado el marco Montilla-Moriles en la última década?
—Ha cambiado mucho, gracias a ese esfuerzo del sector al que me acabo de referir. En primer lugar, ha cambiado, sustancialmente, la percepción de nuestros vinos y vinagres, pues ya no son los grandes desconocidos, no solo entre los entendidos sino, también, entre los consumidores, tanto de España como allende nuestras fronteras.
En segundo lugar, se han superado los desacuerdos con el resto de Denominaciones de Origen de Andalucía, hasta el punto de que vamos de la mano al enfocar cualquier problemática sobre los vinos generosos andaluces. Buena prueba de ello es la Fundación para el Control de la Calidad Agroalimentaria de Andalucía que lideramos junto a Condado de Huelva y Málaga.
En tercer lugar, hemos acometido la modificación del pliego de condiciones, que ha permitido rebajar el grado alcohólico de nuestros finos de 15 a 14,50 grados de alcohol, para acercarlos a las preferencias de los consumidores. Y, por último, esperamos este año poder inaugurar, junto a la Universidad de Córdoba (UCO), la nueva sede del Consejo Regulador en las instalaciones de la Oficina Comarcal Agraria de Montilla, que representará el segundo centro de la UCO fuera de la capital.
—Uno de los asuntos más relevantes para la zona es el del mantenimiento del patrimonio vitícola. ¿Con cuántas hectáreas de viñedo cuenta, a día de hoy, la zona Montilla-Moriles?
—Figuran registradas algo más de 4.000 hectáreas.
—¿Y cuántas de esas cepas están pendientes de reestructuración o reconversión por tratarse de plantas más antiguas?
—La zona Montilla-Moriles ha conseguido reestructurar más del 65 por ciento de su superficie vitivinícola. En relación al 35 por ciento restante, dadas las actuales circunstancias en relación con las ayudas de la Unión Europea, no es posible garantizar que continúe esa dinámica. Es una cuestión que estamos estudiando en la actualidad para poder tomar iniciativas al respecto.
—¿Qué medidas han adoptado y piensan seguir adoptando en un futuro para impedir la pérdida de viñedo en la zona Montilla-Moriles?
—Sin duda, es un tema que trasciende al Consejo Regulador, aunque nos preocupa mucho. Pese a lo anterior, nos afanamos en dar a conocer a las distintas Administraciones implicadas –Unión Europea, Gobierno central y Junta de Andalucía– la importancia del viñedo como algo esencial en nuestro ADN, así como por la contribución que supone a la hora de fijar población al territorio.
—Otro de los grandes retos del sector ha sido siempre el de la comercialización. ¿Qué cifras maneja actualmente la Denominación de Origen Protegida (DOP)?
—Al cierre del ejercicio 2022, la Denominación de Origen ha comercializado una cifra superior frente al año anterior, lo cual es un dato positivo. En cuanto a tipologías de vino, los que mejor se están comportando en el mercado son los vinos sin crianza y también se aprecia un aumento en el precio de los vinos generosos viejos.
—De todo el vino que se comercializa en la zona Montilla-Moriles, ¿qué cantidad se destina a exportación?
—Esa es una de las asignaturas pendientes para el futuro más inmediato. En un momento en que el vino español está resurgiendo en el exterior como una potencia mundial, nuestra Denominación sigue comercializando menos del 10 por ciento en los mercados internacionales. En la actualidad, los vinos y vinagres de la zona Montilla-Moriles se distribuyen fundamentalmente en el mercado nacional, principalmente en nuestra provincia, aunque estamos presentes en el resto de España. En el exterior, al margen de la Unión Europea (Alemania, Reino Unido y República Checa), destacan como importadores Australia, Canadá, China, Estados Unidos y Japón.
—Ahora que parece que hemos dejado atrás la pandemia de coronavirus, ¿cómo cree que la ha afrontado el marco Montilla-Moriles?
—De forma positiva, gracias a la dedicación y al esfuerzo de nuestras bodegas, cooperativas y lagares, que han buscado nuevos canales de comercialización, lo que ha propiciado aumentar las ventas a través de internet.
—¿Cuáles son los retos más inmediatos a los que se enfrenta el Consejo Regulador?
—La Denominación de Origen del Vinagre está pendiente de la publicación de su nuevo pliego de condiciones, lo que nos abrirá las puertas a los vinagres sin crianza. En la de vinos, trabajamos conjuntamente con el resto de Denominaciones de Origen de Andalucía en la bajada del grado alcohólico de los vinos finos.
En otro orden de cosas, estamos centrados en la apertura de nuevos mercados internacionales a más bodegas, así como en alcanzar mayores retos en la promoción de ambos productos. También es relevante destacar el proyecto de zonificación, tendente a mejorar, en el ámbito vitivinícola, nuestro territorio y la variedad de uva Pedro Ximénez.
—Y, a más largo plazo, ¿en qué aspectos deberían estar fijando su mirada las cooperativas, bodegas y lagares de la zona Montilla-Moriles?
—Sobre todo, en la diversificación. Pero también en el proyecto de zonificación, que traerá nuevas oportunidades para el sector. Sin perder de vista que la nueva Política Agraria Común (PAC) resulta muy perniciosa para el viticultor, pienso que el marco debe esforzarse en la apertura de nuevos mercados y seguir apostando por la calidad agroalimentaria, además de mejorar la sanidad de los cultivos, apoyándose en la agricultura ecológica y en la producción integrada.
Nacido en Córdoba en 1959, Javier Martín Fernández es licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla, donde logró culminar sus estudios con el Premio Extraordinario Fin de Carrera en 1981. Doctor en Derecho por la Universidad de Córdoba, el presidente del Consejo Regulador de Montilla-Moriles es catedrático de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad Complutense de Madrid. Su actividad docente e investigadora le ha llevado a publicar un gran número de libros, además de dirigir la revista Práctica Tributaria, de la editorial SEPIN.
Presidente del Consejo para la Defensa del Contribuyente del Ministerio de Hacienda y Función Pública, Javier Martín ha formado parte de las comisiones para la reforma de la Ley General Tributaria -de la que fue secretario-, de las comunidades autónomas o para la financiación de las Haciendas Locales.
De igual modo, ha prestado asesoramiento para el anteproyecto de la nueva Ley General Tributaria, con el objetivo de adecuar esta norma al ordenamiento comunitario, y ha participado como experto en la elaboración del Libro Blanco de la Agricultura y el Desarrollo Rural, elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Desde 2013 ostenta la presidencia del Consejo Regulador de Montilla-Moriles y, además, es miembro de los patronatos de las Fundaciones para la Promoción de los Estudios Financieros y Paradigma de Córdoba; del Gabinete de Estudios de la Asociación Española de Asesores Fiscales; del Comité Académico de la Federación Española de Técnicos Tributarios y del Observatorio del Autónomo (ATA).
Presidente de la Fundación Bodegas Campos y, por tanto, de la Cátedra de Gastronomía de Andalucía, Javier Martín es también académico correspondiente de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba y pertenece a la Asociación Fiscal Internacional (IFA), a la Asociación Española de Asesores Fiscales, a la Asociación Española de Derecho Financiero y a la Asociación Europea de Profesores de Derecho Financiero.
—Renovó la presidencia del Consejo Regulador, por segunda vez, en septiembre de 2020 y su actual mandato expira en agosto de 2024. Llegado ese momento, ¿se ve con fuerza y con ilusión de continuar durante cuatro años más?
—Gracias a Dios, no me faltan fuerzas, ilusión e implicación con los proyectos en los que estoy involucrado. Ahora bien, soy de los que piensan que uno no debe eternizarse en los puestos de responsabilidad, ya que siempre es bueno incorporar savia nueva. Además, la decisión será, en todo caso, de los agricultores, de las bodegas y de las cooperativas, pues mi puesto está siempre a su disposición.
—¿Qué balance haría de estos diez años al frente del Consejo Regulador?
—Muy positivo, gracias al esfuerzo de todos los que integran el marco –agricultores, bodegas y cooperativas–, incluidos el gerente, Enrique Garrido, y todo su personal.
—Echando la vista atrás, ¿en qué ha cambiado el marco Montilla-Moriles en la última década?
—Ha cambiado mucho, gracias a ese esfuerzo del sector al que me acabo de referir. En primer lugar, ha cambiado, sustancialmente, la percepción de nuestros vinos y vinagres, pues ya no son los grandes desconocidos, no solo entre los entendidos sino, también, entre los consumidores, tanto de España como allende nuestras fronteras.
En segundo lugar, se han superado los desacuerdos con el resto de Denominaciones de Origen de Andalucía, hasta el punto de que vamos de la mano al enfocar cualquier problemática sobre los vinos generosos andaluces. Buena prueba de ello es la Fundación para el Control de la Calidad Agroalimentaria de Andalucía que lideramos junto a Condado de Huelva y Málaga.
En tercer lugar, hemos acometido la modificación del pliego de condiciones, que ha permitido rebajar el grado alcohólico de nuestros finos de 15 a 14,50 grados de alcohol, para acercarlos a las preferencias de los consumidores. Y, por último, esperamos este año poder inaugurar, junto a la Universidad de Córdoba (UCO), la nueva sede del Consejo Regulador en las instalaciones de la Oficina Comarcal Agraria de Montilla, que representará el segundo centro de la UCO fuera de la capital.
—Uno de los asuntos más relevantes para la zona es el del mantenimiento del patrimonio vitícola. ¿Con cuántas hectáreas de viñedo cuenta, a día de hoy, la zona Montilla-Moriles?
—Figuran registradas algo más de 4.000 hectáreas.
—¿Y cuántas de esas cepas están pendientes de reestructuración o reconversión por tratarse de plantas más antiguas?
—La zona Montilla-Moriles ha conseguido reestructurar más del 65 por ciento de su superficie vitivinícola. En relación al 35 por ciento restante, dadas las actuales circunstancias en relación con las ayudas de la Unión Europea, no es posible garantizar que continúe esa dinámica. Es una cuestión que estamos estudiando en la actualidad para poder tomar iniciativas al respecto.
—¿Qué medidas han adoptado y piensan seguir adoptando en un futuro para impedir la pérdida de viñedo en la zona Montilla-Moriles?
—Sin duda, es un tema que trasciende al Consejo Regulador, aunque nos preocupa mucho. Pese a lo anterior, nos afanamos en dar a conocer a las distintas Administraciones implicadas –Unión Europea, Gobierno central y Junta de Andalucía– la importancia del viñedo como algo esencial en nuestro ADN, así como por la contribución que supone a la hora de fijar población al territorio.
—Otro de los grandes retos del sector ha sido siempre el de la comercialización. ¿Qué cifras maneja actualmente la Denominación de Origen Protegida (DOP)?
—Al cierre del ejercicio 2022, la Denominación de Origen ha comercializado una cifra superior frente al año anterior, lo cual es un dato positivo. En cuanto a tipologías de vino, los que mejor se están comportando en el mercado son los vinos sin crianza y también se aprecia un aumento en el precio de los vinos generosos viejos.
—De todo el vino que se comercializa en la zona Montilla-Moriles, ¿qué cantidad se destina a exportación?
—Esa es una de las asignaturas pendientes para el futuro más inmediato. En un momento en que el vino español está resurgiendo en el exterior como una potencia mundial, nuestra Denominación sigue comercializando menos del 10 por ciento en los mercados internacionales. En la actualidad, los vinos y vinagres de la zona Montilla-Moriles se distribuyen fundamentalmente en el mercado nacional, principalmente en nuestra provincia, aunque estamos presentes en el resto de España. En el exterior, al margen de la Unión Europea (Alemania, Reino Unido y República Checa), destacan como importadores Australia, Canadá, China, Estados Unidos y Japón.
—Ahora que parece que hemos dejado atrás la pandemia de coronavirus, ¿cómo cree que la ha afrontado el marco Montilla-Moriles?
—De forma positiva, gracias a la dedicación y al esfuerzo de nuestras bodegas, cooperativas y lagares, que han buscado nuevos canales de comercialización, lo que ha propiciado aumentar las ventas a través de internet.
—¿Cuáles son los retos más inmediatos a los que se enfrenta el Consejo Regulador?
—La Denominación de Origen del Vinagre está pendiente de la publicación de su nuevo pliego de condiciones, lo que nos abrirá las puertas a los vinagres sin crianza. En la de vinos, trabajamos conjuntamente con el resto de Denominaciones de Origen de Andalucía en la bajada del grado alcohólico de los vinos finos.
En otro orden de cosas, estamos centrados en la apertura de nuevos mercados internacionales a más bodegas, así como en alcanzar mayores retos en la promoción de ambos productos. También es relevante destacar el proyecto de zonificación, tendente a mejorar, en el ámbito vitivinícola, nuestro territorio y la variedad de uva Pedro Ximénez.
—Y, a más largo plazo, ¿en qué aspectos deberían estar fijando su mirada las cooperativas, bodegas y lagares de la zona Montilla-Moriles?
—Sobre todo, en la diversificación. Pero también en el proyecto de zonificación, que traerá nuevas oportunidades para el sector. Sin perder de vista que la nueva Política Agraria Común (PAC) resulta muy perniciosa para el viticultor, pienso que el marco debe esforzarse en la apertura de nuevos mercados y seguir apostando por la calidad agroalimentaria, además de mejorar la sanidad de los cultivos, apoyándose en la agricultura ecológica y en la producción integrada.
J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: FRANCIS SALAS
FOTOGRAFÍA: FRANCIS SALAS