Enhorabuena, Don Ramón Fernández-Pacheco Monterreal, consejero de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul. Ha comenzado el año a lo grande, sacando pecho en su tierra, ante sus paisanos, por la promesa cumplida de devolver el agua a las Salinas de Cabo de Gata, y por consiguiente, el anuncio de la pronta llegada de aves al humedal.
Espero que cuando las aves vuelvan, no se apunte el tanto como propio y, a sus múltiples cargos, sume también el de Señor de las Aves. Porque tampoco debería haberse atribuido que el canal se haya reparado. Y no piense que quiero quitarle mérito a su gestión, pero tendrá que reconocer que ante la crisis de las Salinas, su Administración ha actuado tarde, mal y tirando de chequera que, al fin y al cabo, es la forma, cuando se puede, más sencilla de solucionar las urgencias: pagando la factura.
Les ha pasado a ustedes, y nos pasa a todos en nuestra vida diaria, pero lo que tenemos que hacer es aprender de los errores cometidos, ser críticos con la manera de enfrentarnos al conflicto y de buscar las alternativas, las soluciones, para que no vuelva a suceder. Sin embargo, por sus palabras ante los periodistas, mientras veía entrar el agua del mar, no he notado ni una pizca de autocrítica sino todo lo contrario: un tono de reproche hacia los demás.
Me parece gracioso, poco oportuno y hasta cínico que un político diga que ha “habido mucho ruido interesado políticamente”, cuando el gran problema en esta crisis fue el tupido velo con el que su partido ocultó, especuló y silenció la rotura del canal, para que no les perjudicase en las elecciones de junio.
No se ofenda, Don Ramón, pero siendo usted quien es, que toda su carrera profesional ha estado ligada a la política, un afiliado disciplinado, obediente y presto con las órdenes de sus superiores, y militante de un partido que ha tenido secuestrado cinco años la renovación del Consejo General del Poder Judicial, por citar alguna de sus hazañas, no debería decir estas cosas. ¿Que tiene usted razón? Supongo que sí, pero no debería decirlo.
Añadió también que la Junta “siempre ha mantenido la calma y ha actuado con diligencia”. Tanto es así que, si no llega a ser porque las Salinas se secaron completamente y la ciudadanía presionó y exigió soluciones, aún estarían mareando la perdiz.
A lo que usted llama "mantener la calma", otros lo llamamos "inacción", "falta de capacidad de reacción" o, directamente, "dejadez". Quizás, nunca lo sabremos, si la palabra "diligencia" significase lo mismo para todos y no se hubiesen dejado pasar esos dos meses desde el derrumbe, no se habría perdido el paso migratorio de otoño y no habrían tenido que ceder al chantaje de la empresa Salins.
Ese tema ustedes no lo difundirán porque, al fin y al cabo, mientras no se planifique otra estrategia, el humedal es de propiedad privada y la gestión de la lámina de agua la hacen ellos, pero debería contar sus exigencias, las nuevas condiciones que han obtenido y quién ha pagado la factura de las 900 horas de trabajos especializados.
Desde mi punto de vista, la gran beneficiada de toda esta crisis ha sido la empresa, que ha jugado con los valores ecológicos y sentimentales de los almerienses para buscar un rédito económico. Y es una de las grandes lecciones que deberíamos aprender si de verdad nos interesa conservar la naturaleza.
Las medallas y figuras de protección de los espacios naturales no sirven de nada ante la propiedad privada, que verá limitada su capacidad de acción, pero que podrá especular con espacios de un valor incalculable, esperando su momento para rentabilizarlos.
Mientras le escuchaba en la radio pensaba en el refrán "por la boca muere el pez" pero, tras el anuncio, o la promesa, de destinar un millón de euros para priorizar las salinas por encima de otros humedales, me vino a la cabeza Fito Cabrales y el título de la canción Por la boca vive el pez.
Qué habilidad tienen ustedes para lanzar cortinas de humo, engañabobos, para terminar por todo lo alto. Las salinas se recuperarán solas mientras el agua del mar sea continua. Inviertan ese dinero en otros humedales de Andalucía que lo necesitan más, o destínenlo a contratar a más personal o a mejorar las condiciones de los agentes de Medio Ambiente, a no ser que quieran hacerle creer a la población que la participación ciudadana es dar a dedo unas ayudas de ese calibre o, por la inercia de su Gobierno, estén pensando en privatizar también los censos de aves. Todo es posible.
En fin, Don Ramón, que nos gusta sacarle punta a todo, no se lo tome como algo personal. Por cierto, vaya eligiendo conjunto, que se acerca el Día de los Humedales y, con suerte, ya habrá algún flamenco para lucirse en la foto.
Espero que cuando las aves vuelvan, no se apunte el tanto como propio y, a sus múltiples cargos, sume también el de Señor de las Aves. Porque tampoco debería haberse atribuido que el canal se haya reparado. Y no piense que quiero quitarle mérito a su gestión, pero tendrá que reconocer que ante la crisis de las Salinas, su Administración ha actuado tarde, mal y tirando de chequera que, al fin y al cabo, es la forma, cuando se puede, más sencilla de solucionar las urgencias: pagando la factura.
Les ha pasado a ustedes, y nos pasa a todos en nuestra vida diaria, pero lo que tenemos que hacer es aprender de los errores cometidos, ser críticos con la manera de enfrentarnos al conflicto y de buscar las alternativas, las soluciones, para que no vuelva a suceder. Sin embargo, por sus palabras ante los periodistas, mientras veía entrar el agua del mar, no he notado ni una pizca de autocrítica sino todo lo contrario: un tono de reproche hacia los demás.
Me parece gracioso, poco oportuno y hasta cínico que un político diga que ha “habido mucho ruido interesado políticamente”, cuando el gran problema en esta crisis fue el tupido velo con el que su partido ocultó, especuló y silenció la rotura del canal, para que no les perjudicase en las elecciones de junio.
No se ofenda, Don Ramón, pero siendo usted quien es, que toda su carrera profesional ha estado ligada a la política, un afiliado disciplinado, obediente y presto con las órdenes de sus superiores, y militante de un partido que ha tenido secuestrado cinco años la renovación del Consejo General del Poder Judicial, por citar alguna de sus hazañas, no debería decir estas cosas. ¿Que tiene usted razón? Supongo que sí, pero no debería decirlo.
Añadió también que la Junta “siempre ha mantenido la calma y ha actuado con diligencia”. Tanto es así que, si no llega a ser porque las Salinas se secaron completamente y la ciudadanía presionó y exigió soluciones, aún estarían mareando la perdiz.
A lo que usted llama "mantener la calma", otros lo llamamos "inacción", "falta de capacidad de reacción" o, directamente, "dejadez". Quizás, nunca lo sabremos, si la palabra "diligencia" significase lo mismo para todos y no se hubiesen dejado pasar esos dos meses desde el derrumbe, no se habría perdido el paso migratorio de otoño y no habrían tenido que ceder al chantaje de la empresa Salins.
Ese tema ustedes no lo difundirán porque, al fin y al cabo, mientras no se planifique otra estrategia, el humedal es de propiedad privada y la gestión de la lámina de agua la hacen ellos, pero debería contar sus exigencias, las nuevas condiciones que han obtenido y quién ha pagado la factura de las 900 horas de trabajos especializados.
Desde mi punto de vista, la gran beneficiada de toda esta crisis ha sido la empresa, que ha jugado con los valores ecológicos y sentimentales de los almerienses para buscar un rédito económico. Y es una de las grandes lecciones que deberíamos aprender si de verdad nos interesa conservar la naturaleza.
Las medallas y figuras de protección de los espacios naturales no sirven de nada ante la propiedad privada, que verá limitada su capacidad de acción, pero que podrá especular con espacios de un valor incalculable, esperando su momento para rentabilizarlos.
Mientras le escuchaba en la radio pensaba en el refrán "por la boca muere el pez" pero, tras el anuncio, o la promesa, de destinar un millón de euros para priorizar las salinas por encima de otros humedales, me vino a la cabeza Fito Cabrales y el título de la canción Por la boca vive el pez.
Qué habilidad tienen ustedes para lanzar cortinas de humo, engañabobos, para terminar por todo lo alto. Las salinas se recuperarán solas mientras el agua del mar sea continua. Inviertan ese dinero en otros humedales de Andalucía que lo necesitan más, o destínenlo a contratar a más personal o a mejorar las condiciones de los agentes de Medio Ambiente, a no ser que quieran hacerle creer a la población que la participación ciudadana es dar a dedo unas ayudas de ese calibre o, por la inercia de su Gobierno, estén pensando en privatizar también los censos de aves. Todo es posible.
En fin, Don Ramón, que nos gusta sacarle punta a todo, no se lo tome como algo personal. Por cierto, vaya eligiendo conjunto, que se acerca el Día de los Humedales y, con suerte, ya habrá algún flamenco para lucirse en la foto.
MOI PALMERO