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Aureliano Sáinz | El largo camino hacia la igualdad

Siempre he considerado que la igualdad de derechos de los seres humanos es una de las metas históricas que deseamos alcanzar, aunque reconozco que resulta ser una tarea bastante difícil, pues quienes nacen con privilegios –sean de clase, de género, de raza o económicos– difícilmente van a renunciar a ellos, ya que los consideran como naturales, con multitud de argumentos que emplean para defenderlos.


Sin embargo, la lenta lucha por la igualdad en algunos casos va dando sus frutos. Esto, a pesar de las enormes barreras existentes, se comprueba en los avances que se producen en el campo de la equidad de derechos entre los hombres y las mujeres. Este cambio se puede comprobar si echamos una mirada hacia atrás y comprobamos todos los obstáculos que se les presentaban a ellas, fuera en el seno de la familia o en el ámbito social.

Pero la igualdad también se aprende, y nada mejor que empezar dentro del seno familiar, dado que es en la infancia cuando niños y niñas comienzan lo que el psicólogo estadounidense Albert Bandura llamaba aprendizajes vicarios, es decir, los que se obtienen por la observación de los comportamientos y actitudes de quienes son modelos a imitar.

Por otro lado, y puesto que estoy convencido de que las aulas también son medios no solo de conocimientos teóricos, sino también de aprendizajes que marcarán a los escolares y a los estudiantes, tiempo atrás he propuesto realizar actividades en centros de Primaria (en ocasiones, de Secundaria) para conocer cómo se perciben en la actualidad los roles en el seno de la familia y los trabajos según el género en el ámbito social.

En lo que respecta a la primera de las experiencias, quisiera indicar que siento cierta alegría al comprobar que hay bastantes escolares que, al plantearles que dibujen a una familia realizando cosas en la casa, muestran a padres y madres, también a los hermanos o hermanas, llevando a cabo distintas tareas, de modo que no aparece esa separación de roles tan estricta que se daba de forma tan generalizada décadas atrás.

Así, en el dibujo de la portada, se muestra la escena que realizó de una niña de 10 años de modo que a su madre la representa rociando un mueble con un difusor de limpieza, al tiempo que a su padre lo muestra cocinando. En medio de ellos, se dibuja a sí misma con sus dos mascotas, por lo que, de algún modo, se siente implicada en las tareas de la casa a través del cuidado de estos pequeños animales.


Podía presentar un amplio número de dibujos de esta propuesta en los que aparecen los miembros de la familia repartiéndose el trabajo de la casa; no obstante, sirva de muestra el que acabamos de ver en el que una chica de sexto curso de Primaria presenta a los cuatro miembros de la familia llevando a cabo cada uno una tarea. Así, ella misma se dibuja portando un limpiador, al igual que su padre, mientras que su hermana lo hace con una escoba y su madre con la fregona.

Pero la igualdad de derechos también hay que expresarla en el ámbito social. Es por ello que, además como tema, suelo proponer la representación de un hombre y una mujer trabajando. De este modo, los escolares manifiestan de manera espontánea las ideas que tienen acerca del hombre y la mujer en sus relaciones con el trabajo.

Los más pequeños, como es lógico, toman como referencias los trabajos que ven realizar a sus padres y madres; mientras que los mayores suelen acudir a las imágenes, más o menos elaboradas, de lo que ellos podrían ser de mayores o de lo que consideran como trabajos para ambos géneros.

Sobre esta temática, desearía destacar el hecho de que un amplio número de escolares que había participado en la experiencia asignaba similares roles o profesiones a ambos géneros. Esto supone un avance verdaderamente significativo en sus mentes, pues implicaba que para ellos la mujer y el hombre eran iguales en sus derechos en el trabajo.

Pero lo más significativo es que estas respuestas no procedían únicamente de las niñas, como podría esperarse por sus deseos de lograr en el futuro metas similares a las de sus compañeros, sino también que ellos plasmaban roles igualitarios no solo en las profesiones sino también dentro del hogar.

Este es el resultado de aprendizajes que van interiorizando, sea porque los ven en sus casas o por procesos educativos que se desarrollan en las aulas en las que se encuentran estudiando. También los modelos sociales igualitarios que contemplan en los medios de comunicación les ayudan a entender que es posible que gran parte de los trabajos pueden desarrollarlos tanto los hombres como las mujeres.


Para que comprobemos esta idea de igualdad en el trabajo, comienzo por el dibujo de una niña de 6 años que acudió a la imagen de una profesora y de un profesor como expresión de los trabajos que pueden llevar adelante ambos géneros. Quizás, esta elección se deba a que la enseñanza es una de las profesiones más igualitarias por la larga tradición del acceso de las mujeres a la docencia, lo que conllevaba a que fuera muy normal hablar del maestro o de la maestra, dado que tanto hombres como mujeres podían desarrollarla.


En la actual sociedad del siglo XXI se han producido grandes cambios, sea por la masiva incorporación de la mujer al trabajo asalariado, como por el desarrollo de las nuevas tecnologías, aplicadas no solo en el ámbito privado y doméstico sino, de un modo muy especial, en las empresas que las necesitan para su propio avance. Así, pues, el autor del dibujo anterior ha tomado como referencias tanto a su madre (“Mi mamá trabaja en antenas”) como a su padre (“Mi papá trabaja en Man”) para presentarlos a ambos trabajando de modo similar: sentados delante de una mesa y con un ordenador.


¿Influyen en las ideas de los niños y niñas los modelos que se les proponen en las clases? Estoy seguro de que sí, ya que tanto los igualitarios como los segregadores tienen una importante incidencia en las imágenes que empiezan a interiorizar. Es lo que podemos deducir del dibujo de un niño que, tras dividir la hoja por la mitad, comenzó representando a un minero, para, a continuación, trazar a una mujer realizando el mismo trabajo. Si tenemos en cuenta que el dibujo se realizó en una ciudad en la que no había minas, uno tiende a pensar que esto fuera el resultado de la educación en la igualdad que se impartía en el colegio.


Cierro haciendo referencia a otros trabajos del ámbito rural, dada la situación de desamparo de muchos pueblos de nuestra geografía, a pesar de que en ellos se encuentran los medios de subsistencia de muchas familias. Esta es la razón por la que la autora del dibujo que acabamos de ver haya representado dos escenas que ha ubicado en la naturaleza: por un lado, a un hombre como agricultor y, posteriormente, a una mujer pescando en el rio, trabajando ambos de modo similar. Esto nos indica que la niña considera que estos trabajos pueden ser realizados tanto por el hombre como por la mujer, lo que es manifestación de la idea de igualdad laboral que ha arraigado en su mente.

AURELIANO SÁINZ
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