El nuevo telescopio espacial James Webb (JWST) no deja de ofrecernos nuevas y sorprendentes imágenes del Universo en el que vivimos inmersos. Ya vimos en la anterior entrega cómo el físico Étienne Klein gastaba una broma a sus seguidores a costa de una supuesta imagen de la estrella Próxima Centauri.
Mi querido amigo Juan Pablo Bellido ha tenido la amabilidad de compartir conmigo una noticia de RTVE sobre las imágenes más recientes de Júpiter. La noticia, fechada el pasado 23 de agosto, no tiene desperdicio. Uno de sus párrafos estaba encabezado por el siguiente título: “Una tormenta de arena que «podría tragarse la Tierra»". Y, tras ese “tranquilizador” aviso, afirmaba: “En esas instantáneas se ve con claridad la «Gran Mancha Roja», una tormenta de arena que, según la NASA, es tan grande «que podría tragarse la Tierra»”.
Olvidémonos de la guerra de Ucrania, de la creciente tensión entre EEUU y China y del desastre climático que nos azota día sí, día también, El verdadero peligro que nos acosa es la gigantesca tormenta de arena procedente de la mancha roja jupiterina, ya que, como indica la noticia de RTVE, “podría tragarse la Tierra”.
Busco en la imagen sobre estas líneas la gran mancha roja a la que alude la noticia, pero solo veo destacada un área circular bastante blanquecina. Afortunadamente, al sagaz reportero no le ha pasado desapercibida esta pequeña discrepancia y explica que “en esta ocasión aparece blanca porque refleja mucha luz solar”. Claro, como estamos en pleno verano, ya se sabe: hay más horas de Sol. ¿Será en invierno cuando la gran mancha se vea roja? ¿O será en las noches jupiterinas?
Pero donde el afanoso redactor se cubre de gloria informativa –a la par que didáctica– es en el detalle de la tormenta “de arena”. Porque, como muy bien ha puesto de manifiesto Juan Pablo Bellido en un tuit, es un poco difícil que se produzca una tormenta de arena en un planeta compuesto únicamente de gases, o sea, sin arena –ni una poca siquiera de tierra sólida–. A lo mejor de ahí viene el peligro: la tormenta gaseosa jupiterina pretende engullir la Tierra para convertirse en una tormenta arenosa.
Desde luego que el desconocido escribidor de la noticia goza de tanta imaginación como carece de cultura “planetaria”. Por supuesto, consultando la noticia original de la NASA, vemos que se habla de auroras, de vientos tremendos, de temperaturas extremas y de tormentas gigantes. Pero nada dice de la existencia de tormentas de arena, como era de esperar, por otra parte, por poco Bachillerato que hayan hecho los periodistas de la NASA.
En cuanto a las discrepancias en torno al color rojo o blanco, quizás nos sea de ayuda otra “información” astronómica que publicaba el 29 de octubre de 2019 la cadena SER con el siguiente título: “La aterradora (pero real) fotografía del Sol con la que la NASA celebra Halloween”. La fotografía en cuestión era la siguiente:
En el texto correspondiente se podía leer: “la agencia espacial ha compartido en sus redes la cara más terrorífica del Sol. La estrella se asemeja a la cara de una calabaza de fuego”. No sé, la verdad es que parece un poco exagerado decir que el Sol parece una calabaza llameante. En todo caso se podría decir que esta ¿fotografía? tiene cierto parecido con una calabaza de Halloween.
La “fotografía” en cuestión se califica como “aterradora (pero real)” en el título de la noticia. Pero la supuesta “fotografía real” es, en realidad, una mezcla de las imágenes procedentes de dos colecciones de grabaciones de radiaciones solares ultravioletas. Y así lo decía el tuit de la NASA del que procedía la imagen: “No es una ardiente calabaza de Halloween. ¡Es el Sol! Nuestro observatorio dinámico solar captó esta imagen ultravioleta en 2014, mostrando regiones activas”.
Las imágenes originales no son literalmente fotografías, es decir, imágenes grabadas mediante la luz visible, sino registros de la actividad solar mediante radiaciones ultravioleta que, luego, se han visibilizado coloreándolas artificialmente en amarillo y oro, respectivamente.
El Sol es real (pero no necesariamente terrorífico), los registros ultravioleta son reales (pero tampoco tienen por qué resultar aterradores) y el resultado final es una creación “artística” que intencionadamente se hizo para imitar las famosas calabazas. La imagen puede resultar temible, pero ni es real, ni es una fotografía. Estamos ante una imagen falsa (o idealizada, para ser más amable) de una realidad verdadera (el Sol, no la calabaza de Halloween).
Algo parecido se ha dado en otras imágenes producidas por la NASA, con dibujos muy realistas de naves espaciales u otros objetos estelares. Por ejemplo, esta imagen de las sondas Stereo rodeando al Sol. Aquí el Sol ya no parece una ardiente calabaza (debe ser porque no era Halloween). Pero sí que tiene unos espectaculares tonos rojizos. ¿Son reales? Pues no. El Sol no es rojo, ni amarillo, ni oro, ni anaranjado. El color que correspondería al Sol es el blanco, como podemos ver en esta imagen de Wikipedia.
Incluso al amanecer, como en esta magnífica fotografía de Jordi L. Coy aparecida en el sitio web de la NASA como Imagen Astronómica del día 21 de septiembre de 2021. Se puede observar un ligero tono amarillento, pero que es debido a la dispersión de la luz en la atmósfera, que se produce especialmente al amanecer o al atardecer.
Recapitulando lo que ya vimos en la entrega anterior y lo que aquí se ha planteado, podemos preguntarnos cuál es el mayor o menor grado de fiabilidad informativa de los ejemplos que se han visto: la rodaja de chorizo disfrazada de estrella; las engullidoras tormentas de arena jupiterinas o las imágenes ultravioleta del sol travestidas en terrorífica calabaza de Halloween.
Parece claro que el físico Étienne Klein no pretendía dar gato por liebre, sino invitarnos (de forma humorística y según sus propias palabras) a desconfiar “de la elocuencia espontánea de ciertas imágenes…”.
Su faceta como divulgador científico a través de libros y programas radiofónicos parece avalar suficientemente su intención. Muy al contrario, las noticias de RTVE y de la Cadena SER parecen haberse deslizado hacía lo truculento, aunque aparentemente la imagen presentada pudiera parecer más fiable. Sin duda, el afán por lo espectacular frente al respeto por la verdad conduce, inevitablemente, a la desinformación.
Mi querido amigo Juan Pablo Bellido ha tenido la amabilidad de compartir conmigo una noticia de RTVE sobre las imágenes más recientes de Júpiter. La noticia, fechada el pasado 23 de agosto, no tiene desperdicio. Uno de sus párrafos estaba encabezado por el siguiente título: “Una tormenta de arena que «podría tragarse la Tierra»". Y, tras ese “tranquilizador” aviso, afirmaba: “En esas instantáneas se ve con claridad la «Gran Mancha Roja», una tormenta de arena que, según la NASA, es tan grande «que podría tragarse la Tierra»”.
Olvidémonos de la guerra de Ucrania, de la creciente tensión entre EEUU y China y del desastre climático que nos azota día sí, día también, El verdadero peligro que nos acosa es la gigantesca tormenta de arena procedente de la mancha roja jupiterina, ya que, como indica la noticia de RTVE, “podría tragarse la Tierra”.
Busco en la imagen sobre estas líneas la gran mancha roja a la que alude la noticia, pero solo veo destacada un área circular bastante blanquecina. Afortunadamente, al sagaz reportero no le ha pasado desapercibida esta pequeña discrepancia y explica que “en esta ocasión aparece blanca porque refleja mucha luz solar”. Claro, como estamos en pleno verano, ya se sabe: hay más horas de Sol. ¿Será en invierno cuando la gran mancha se vea roja? ¿O será en las noches jupiterinas?
Pero donde el afanoso redactor se cubre de gloria informativa –a la par que didáctica– es en el detalle de la tormenta “de arena”. Porque, como muy bien ha puesto de manifiesto Juan Pablo Bellido en un tuit, es un poco difícil que se produzca una tormenta de arena en un planeta compuesto únicamente de gases, o sea, sin arena –ni una poca siquiera de tierra sólida–. A lo mejor de ahí viene el peligro: la tormenta gaseosa jupiterina pretende engullir la Tierra para convertirse en una tormenta arenosa.
#Periodismo Júpiter es un planeta gaseoso, así que veo complicado que registre tormentas de arena. Pero vaya, que puede ser. Yo barrí ayer mi despacho y hoy aparecieron pelusas otra vez 😅 https://t.co/8i7c707j6O
— Juan Pablo Bellido (@JPBellido) August 24, 2022
Desde luego que el desconocido escribidor de la noticia goza de tanta imaginación como carece de cultura “planetaria”. Por supuesto, consultando la noticia original de la NASA, vemos que se habla de auroras, de vientos tremendos, de temperaturas extremas y de tormentas gigantes. Pero nada dice de la existencia de tormentas de arena, como era de esperar, por otra parte, por poco Bachillerato que hayan hecho los periodistas de la NASA.
En cuanto a las discrepancias en torno al color rojo o blanco, quizás nos sea de ayuda otra “información” astronómica que publicaba el 29 de octubre de 2019 la cadena SER con el siguiente título: “La aterradora (pero real) fotografía del Sol con la que la NASA celebra Halloween”. La fotografía en cuestión era la siguiente:
En el texto correspondiente se podía leer: “la agencia espacial ha compartido en sus redes la cara más terrorífica del Sol. La estrella se asemeja a la cara de una calabaza de fuego”. No sé, la verdad es que parece un poco exagerado decir que el Sol parece una calabaza llameante. En todo caso se podría decir que esta ¿fotografía? tiene cierto parecido con una calabaza de Halloween.
La “fotografía” en cuestión se califica como “aterradora (pero real)” en el título de la noticia. Pero la supuesta “fotografía real” es, en realidad, una mezcla de las imágenes procedentes de dos colecciones de grabaciones de radiaciones solares ultravioletas. Y así lo decía el tuit de la NASA del que procedía la imagen: “No es una ardiente calabaza de Halloween. ¡Es el Sol! Nuestro observatorio dinámico solar captó esta imagen ultravioleta en 2014, mostrando regiones activas”.
Las imágenes originales no son literalmente fotografías, es decir, imágenes grabadas mediante la luz visible, sino registros de la actividad solar mediante radiaciones ultravioleta que, luego, se han visibilizado coloreándolas artificialmente en amarillo y oro, respectivamente.
El Sol es real (pero no necesariamente terrorífico), los registros ultravioleta son reales (pero tampoco tienen por qué resultar aterradores) y el resultado final es una creación “artística” que intencionadamente se hizo para imitar las famosas calabazas. La imagen puede resultar temible, pero ni es real, ni es una fotografía. Estamos ante una imagen falsa (o idealizada, para ser más amable) de una realidad verdadera (el Sol, no la calabaza de Halloween).
Algo parecido se ha dado en otras imágenes producidas por la NASA, con dibujos muy realistas de naves espaciales u otros objetos estelares. Por ejemplo, esta imagen de las sondas Stereo rodeando al Sol. Aquí el Sol ya no parece una ardiente calabaza (debe ser porque no era Halloween). Pero sí que tiene unos espectaculares tonos rojizos. ¿Son reales? Pues no. El Sol no es rojo, ni amarillo, ni oro, ni anaranjado. El color que correspondería al Sol es el blanco, como podemos ver en esta imagen de Wikipedia.
Incluso al amanecer, como en esta magnífica fotografía de Jordi L. Coy aparecida en el sitio web de la NASA como Imagen Astronómica del día 21 de septiembre de 2021. Se puede observar un ligero tono amarillento, pero que es debido a la dispersión de la luz en la atmósfera, que se produce especialmente al amanecer o al atardecer.
Recapitulando lo que ya vimos en la entrega anterior y lo que aquí se ha planteado, podemos preguntarnos cuál es el mayor o menor grado de fiabilidad informativa de los ejemplos que se han visto: la rodaja de chorizo disfrazada de estrella; las engullidoras tormentas de arena jupiterinas o las imágenes ultravioleta del sol travestidas en terrorífica calabaza de Halloween.
Parece claro que el físico Étienne Klein no pretendía dar gato por liebre, sino invitarnos (de forma humorística y según sus propias palabras) a desconfiar “de la elocuencia espontánea de ciertas imágenes…”.
Su faceta como divulgador científico a través de libros y programas radiofónicos parece avalar suficientemente su intención. Muy al contrario, las noticias de RTVE y de la Cadena SER parecen haberse deslizado hacía lo truculento, aunque aparentemente la imagen presentada pudiera parecer más fiable. Sin duda, el afán por lo espectacular frente al respeto por la verdad conduce, inevitablemente, a la desinformación.
JES JIMÉNEZ