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Montilla-Moriles prevé una merma de la producción de un 20% para esta vendimia, pero "de una gran calidad"

Una uva con un gran estado de salud que apenas se ha visto afectada por enfermedades como el oídio o el mildiu dada la escasez de humedad de esta primavera, y una producción que se verá mermada entre un 15 y un 20 por ciento como consecuencia del estrés hídrico que sufren las vides en los últimos tres años. Estos son los factores que marcarán la próxima vendimia en el marco Montilla-Moriles, donde previsiblemente se iniciará la recogida de las variedades más tempranas en la última semana de julio.


Las bodegas y cooperativas del marco vitivinícola cordobés coinciden en señalar a la falta de lluvias durante la pasada primavera –una escasez hídrica que se viene arrastrando desde 2018– como principal motivo de la caída de la cosecha para este año.

"Las lluvias que se vienen registrando en los últimos tres años están entre 200 y 100 litros por debajo de la media, y eso está provocando que la viña no se repongan entre cosecha y cosecha, reduciendo su producción", sostiene Antonio López, presidente de Cooperativa La Aurora.

Una climatología adversa que, como apuntan desde Cooperativa La Unión, también afectó a zonas muy concretas de la comarca, como Montemayor y Aguilar de la Frontera, donde se registraron granizadas "que causaron importantes daños". En este sentido, mientras que las previsiones en algunas zonas se estima en una caída de entre el 10 y 20 por ciento, cooperativas como la de San Acacio de Montemayor, eleva el descenso hasta el 20-25 por ciento.

Con todo, la falta de humedad ambiental y las temperaturas suaves que han registrado en la zona durante la primavera y el verano ha favorecido, asimismo, un estado de salud "muy óptimo" de las uvas, que apenas se han visto afectadas por enfermedades. "Sanitariamente la uva presenta una calidad muy buena, y han sido pocos los focos de oídio y mildiu", indica Francisco Fernández, director gerente de Cooperativa La Unión.

Tampoco ayuda, recuerdan, el continuo arranque de viñas en la zona por la falta de rentabilidad que, si bien no tiene lugar con la misma incidencia que hace unos años, "el descenso de hectáreas de viñedos se mantiene cada campaña". "La rentabilidad no es la que debiera, lo que desanima al viticultor", señala Juan Antonio Aguilar, gerente de San Acacio, quien reconoce que la pasada campaña ha sido especialmente dura para el sector como consecuencia del covid-19 y el cierre del canal Horeca.

"El mercado se está recuperando, pero el verano nunca es buena época para el vino, por lo que habrá que esperar a septiembre u octubre, una vez conozcamos los resultados de la vendimia, para ver cómo responde el mercado y si los precios se van recuperando", subraya, por su parte, Antonio López.

Un buen nivel de maduración

Más allá de las previsiones sobre el desarrollo de esta nueva vendimia, bodegas, lagares y cooperativas se encuentran ya inmersos en los continuos controles de maduración del fruto con el objetivo de determinar el momento idóneo para iniciar la recolección. En este sentido, Francisco Fernández aseguró que las noches frescas permitirán desarrollar la vendimia "en las fechas habituales".

Así, la vendimia más temprana del continente europeo dará comienzos a finales de julio con la recolección de las primeras variedades de uva blanca, ideales para la elaboración de vinos jóvenes sin crianza. Tras la recolección de la variedad Chardonnay, los viticultores comenzarán a cosechar las uvas del tipo Verdejo, Sauvignon Blanc y Moscatel para, ya a finales de agosto o primeros de septiembre, completar la campaña con la recolección de la variedad autóctona del marco Montilla-Moriles: la Pedro Ximénez.

I. TÉLLEZ / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
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