Proteger los viñedos del marco Montilla-Moriles antes del cerramiento de los racimos o hasta el envero, momento en el que la uva adoptará su característico color previo a la vendimia. Esa es la recomendación que ha lanzado el Aula de Viticultura del Consejo Regulador para tratar de prevenir la dispersión del oídio y de la araña de la vid en las semanas previas a la campaña de recolección.
La voz de alarma la dio ayer el Aula de Viticultura del máximo órgano de control de los vinos cordobeses a través del boletín que emite semanalmente la Agrupación para el Tratamiento Integrado en Agricultura (Atria), donde se hace hincapié en que “la meteorología es favorable para el desarrollo del oídio”, una enfermedad criptogámica provocada por la especie Erysiphe necator que se conoce popularmente como “blanquilla” o “cenicilla” y que ataca especialmente los pámpanos y los tallos más jóvenes de las cepas.
“Es probable que aparezcan o se reactiven focos o rodales con presencia de oídio en las hojas y en los racimos, por lo que se aconseja recorrer el viñedo buscando síntomas en las hojas, que se presentan como pequeñas manchas como lentejas, así como en los racimos, en su estado más avanzado”, destacó la responsable del Aula de Viticultura, Ángela Portero, quien recomendó “repetir la inspección cada semana hasta el cerramiento de los racimos o hasta el envero”.
En el caso de que algún viticultor localice un foco de oídio en racimos que se encuentren cubiertos por los pámpanos, se recomienda deshojar la planta únicamente en el lado donde los rayos solares inciden por la mañana con el objetivo de proteger los racimos del sol de la tarde y evitar que se abrasen justo antes de la vendimia.
“Con esta operación se facilita que la pulverización del producto llegue a los racimos más escondidos, además de favorecer la mejor aireación del interior de la cepa y permitir la entrada de luz, ya que el oídio es vulnerable a la radiación ultravioleta”, detalló Ángela Portero, quien recomendó el uso de productos erradicantes autorizados por el Reglamento de Producción Integrada de la Vid. “Solo en el caso de que no pueda pulverizar, entonces se debe emplear azufre en polvo mezclado con cal para evitar quemaduras”, apuntó Portero.
De igual modo, el Aula de Viticultura puso ayer el foco de atención sobre la polilla del racimo, una de las plagas más temidas por los viticultores del marco Montilla-Moriles. No en vano, las larvas de este insecto lepidóptero provocan graves daños en los viñedos afectados, donde los racimos acaban pudriéndose justo antes de su recolección.
Por este motivo, el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Montilla-Moriles presta especial atención a este gusano que causa verdaderos estragos en las paseras, donde el fruto se extiende al sol para alcanzar el grado de deshidratación óptimo que da lugar al vino dulce.
“Tiene una distribución muy irregular en la comarca, ya que la plaga se encuentra al final del vuelo de segunda generación en pagos muy tardíos y en fase de oruga en los pagos más tempranos”, detalló la responsable del Aula de Viticultura, que recomendó “evaluar los daños en cada parcela para determinar la necesidad de tratamiento que, en todo caso, debe ser con productos en pulverización y autorizados por el Reglamento de Producción Integrada de la Vid.
Por último, los técnicos del Consejo Regulador han alertado de la presencia de mosquito verde y de yesca en algunos viñedos del marco Montilla-Moriles, por lo que recomiendan “actuar de forma inmediata y diferenciada”, según las cepas sean de cabeza o estén plantadas por el sistema de espaldera. “El objetivo es airear y paralizar la actividad del hongo, cuya localización es diferente según la formación”, indicó Ángela Portero, quien aclaró que, en cepas en vaso, la yesca se concentra en el centro de la cabeza, mientras que en las vides en espaldera se ubica en la parte de los brazos, donde nacen los pulgares de la planta y en el tronco.
La voz de alarma la dio ayer el Aula de Viticultura del máximo órgano de control de los vinos cordobeses a través del boletín que emite semanalmente la Agrupación para el Tratamiento Integrado en Agricultura (Atria), donde se hace hincapié en que “la meteorología es favorable para el desarrollo del oídio”, una enfermedad criptogámica provocada por la especie Erysiphe necator que se conoce popularmente como “blanquilla” o “cenicilla” y que ataca especialmente los pámpanos y los tallos más jóvenes de las cepas.
“Es probable que aparezcan o se reactiven focos o rodales con presencia de oídio en las hojas y en los racimos, por lo que se aconseja recorrer el viñedo buscando síntomas en las hojas, que se presentan como pequeñas manchas como lentejas, así como en los racimos, en su estado más avanzado”, destacó la responsable del Aula de Viticultura, Ángela Portero, quien recomendó “repetir la inspección cada semana hasta el cerramiento de los racimos o hasta el envero”.
En el caso de que algún viticultor localice un foco de oídio en racimos que se encuentren cubiertos por los pámpanos, se recomienda deshojar la planta únicamente en el lado donde los rayos solares inciden por la mañana con el objetivo de proteger los racimos del sol de la tarde y evitar que se abrasen justo antes de la vendimia.
“Con esta operación se facilita que la pulverización del producto llegue a los racimos más escondidos, además de favorecer la mejor aireación del interior de la cepa y permitir la entrada de luz, ya que el oídio es vulnerable a la radiación ultravioleta”, detalló Ángela Portero, quien recomendó el uso de productos erradicantes autorizados por el Reglamento de Producción Integrada de la Vid. “Solo en el caso de que no pueda pulverizar, entonces se debe emplear azufre en polvo mezclado con cal para evitar quemaduras”, apuntó Portero.
De igual modo, el Aula de Viticultura puso ayer el foco de atención sobre la polilla del racimo, una de las plagas más temidas por los viticultores del marco Montilla-Moriles. No en vano, las larvas de este insecto lepidóptero provocan graves daños en los viñedos afectados, donde los racimos acaban pudriéndose justo antes de su recolección.
Por este motivo, el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Montilla-Moriles presta especial atención a este gusano que causa verdaderos estragos en las paseras, donde el fruto se extiende al sol para alcanzar el grado de deshidratación óptimo que da lugar al vino dulce.
“Tiene una distribución muy irregular en la comarca, ya que la plaga se encuentra al final del vuelo de segunda generación en pagos muy tardíos y en fase de oruga en los pagos más tempranos”, detalló la responsable del Aula de Viticultura, que recomendó “evaluar los daños en cada parcela para determinar la necesidad de tratamiento que, en todo caso, debe ser con productos en pulverización y autorizados por el Reglamento de Producción Integrada de la Vid.
Por último, los técnicos del Consejo Regulador han alertado de la presencia de mosquito verde y de yesca en algunos viñedos del marco Montilla-Moriles, por lo que recomiendan “actuar de forma inmediata y diferenciada”, según las cepas sean de cabeza o estén plantadas por el sistema de espaldera. “El objetivo es airear y paralizar la actividad del hongo, cuya localización es diferente según la formación”, indicó Ángela Portero, quien aclaró que, en cepas en vaso, la yesca se concentra en el centro de la cabeza, mientras que en las vides en espaldera se ubica en la parte de los brazos, donde nacen los pulgares de la planta y en el tronco.
J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR