El Aula de Viticultura del Consejo Regulador ha alertado de los "fuertes ataques" que la polilla del racimo ha provocado en algunas zonas del marco Montilla-Moriles, donde se han localizado pagos con daños que van desde el 50 hasta el 80 por ciento de racimos atacados por este gusano de segunda generación, especialmente en la zona de Cuesta Blanca y, de forma más dispersa, en otras zonas.
La voz de alarma la dio ayer el Aula de Viticultura del máximo órgano de control de los vinos cordobeses a través del boletín que emite semanalmente la Agrupación para el Tratamiento Integrado en Agricultura (Atria), donde se hace hincapié en el control de la presencia de este gusano, una de las plagas más temidas por los viticultores del marco Montilla-Moriles. No en vano, las larvas de este insecto lepidóptero provocan graves daños en los viñedos afectados, donde los racimos acaban pudriéndose justo antes de su recolección.
“Tiene una distribución muy irregular en la comarca, ya que la plaga se encuentra al final del vuelo de segunda generación en pagos muy tardíos y en fase de vuelo de la tercera generación en los pagos más tempranos”, detalló la responsable del Aula de Viticultura, Ángela Portero.
Por ello, Portero recomendó evaluar los daños en cada parcela para determinar la necesidad de tratamiento que, en todo caso, debe ser con productos dirigidos al racimo, cubriendo toda la superficie de la uva, y autorizados por el Reglamento de Producción Integrada de la Vid.
Según los últimos informes de la Red de Alertas e Información Fitosanitaria de la Junta de Andalucía, las capturas de adultos de polilla del racimo se encuentran en descenso en la mayoría de las zonas vitícolas de las provincias de Cádiz, Córdoba, Huelva y Málaga.
De este modo, los niveles de esta plaga son muy bajos en general, tanto de puestas (ya en descenso), como de larvas, que son las que producen daños en la uva al penetrar en ellas. Estas heridas pueden ser vía de entrada para los hongos, y en tal caso pueden desencadenar podredumbres del racimo, que se ven favorecidas por temperaturas suaves, alta humedad, o vendimia tardía, entre otros factores.
Por este motivo, el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Montilla-Moriles presta especial atención a este gusano que causa verdaderos estragos en las paseras, donde el fruto se extiende al sol para alcanzar el grado de deshidratación óptimo que da lugar al vino dulce.
La voz de alarma la dio ayer el Aula de Viticultura del máximo órgano de control de los vinos cordobeses a través del boletín que emite semanalmente la Agrupación para el Tratamiento Integrado en Agricultura (Atria), donde se hace hincapié en el control de la presencia de este gusano, una de las plagas más temidas por los viticultores del marco Montilla-Moriles. No en vano, las larvas de este insecto lepidóptero provocan graves daños en los viñedos afectados, donde los racimos acaban pudriéndose justo antes de su recolección.
“Tiene una distribución muy irregular en la comarca, ya que la plaga se encuentra al final del vuelo de segunda generación en pagos muy tardíos y en fase de vuelo de la tercera generación en los pagos más tempranos”, detalló la responsable del Aula de Viticultura, Ángela Portero.
Por ello, Portero recomendó evaluar los daños en cada parcela para determinar la necesidad de tratamiento que, en todo caso, debe ser con productos dirigidos al racimo, cubriendo toda la superficie de la uva, y autorizados por el Reglamento de Producción Integrada de la Vid.
Según los últimos informes de la Red de Alertas e Información Fitosanitaria de la Junta de Andalucía, las capturas de adultos de polilla del racimo se encuentran en descenso en la mayoría de las zonas vitícolas de las provincias de Cádiz, Córdoba, Huelva y Málaga.
De este modo, los niveles de esta plaga son muy bajos en general, tanto de puestas (ya en descenso), como de larvas, que son las que producen daños en la uva al penetrar en ellas. Estas heridas pueden ser vía de entrada para los hongos, y en tal caso pueden desencadenar podredumbres del racimo, que se ven favorecidas por temperaturas suaves, alta humedad, o vendimia tardía, entre otros factores.
Por este motivo, el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Montilla-Moriles presta especial atención a este gusano que causa verdaderos estragos en las paseras, donde el fruto se extiende al sol para alcanzar el grado de deshidratación óptimo que da lugar al vino dulce.
I. TÉLLEZ / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR (ARCHIVO)
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR (ARCHIVO)