Tras la vendimia de las variedades sauvignon blanc, moscatel y chardonnay –ideales para la elaboración de vinos blancos jóvenes sin crianza– y la cosecha de tintas –amparadas por el indicativo Vinos de la Tierra de Córdoba–, el marco Montilla-Moriles se afana ya, y de manera prácticamente generalizada en los viñedos de toda la Denominación de Origen Protegida (DOP), en la recolección de la uva Pedro Ximénez, la variedad autóctona de la zona vitivinícola cordobesa.
Tal y como destacó la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja-Córdoba), este año se espera una merma de producción con respecto a la campaña anterior del 30 al 40 por ciento “debido fundamentalmente a la falta de lluvia, a una escasa floración y a las temperaturas actuales”, con un incremento del mercurio que afecta negativamente al desarrollo final de la uva en las cepas.
De este modo, si el pasado año se cerró la vendimia con un aforo de 45 millones de kilos, las previsiones de cosecha de Asaja sitúan el balance en unos 28 millones, cifra que, de cumplirse, situaría la campaña 2019 entre las más bajas de la última década.
Y es que en los últimos tiempos, la campaña más productiva fue la del 2003, con 86,1 millones de kilos de uva, una cosecha que permitió elaborar 14,5 millones de litros de vino, de los que 1,5 millones correspondieron a la variedad Pedro Ximénez y 507.000 litros a vinos jóvenes. Desde entonces, el aforo hecho público por el Consejo Regulador sitúa en 2012 la peor cosecha de la última década, cuando cooperativas y bodegas apenas molturaron 27,6 millones de kilos.
En lo que respecta a los precios, Asaja-Córdoba confirmó que las cooperativas están liquidando el kilo de uva de la campaña anterior a un precio medio de 0,36 euros, algo inferior al precio que ofrecieron las bodegas el pasado año, que rondó los 41 céntimos por kilo. No obstante, para esta vendimia 2019, las bodegas no tienen aún definido el precio del kilo, si bien desde la organización agraria se mostraron confiados en que “se mantengan los de la campaña anterior”, hecho que, sumado a la disminución de cosecha, “puede afectar negativamente al sector.”
Pese a la merma de producción que vaticina el sector, tanto desde el Consejo Regulador como desde la Junta de Andalucía coinciden en resaltar la “buena calidad” que presenta la uva a su entrada a los lagares y cooperativas.
“En el comienzo del verano, las temperaturas se han comportado de forma distinta, y han sido como media más suaves que otros años, lo que conlleva una mejor calidad de los racimos de uva, que no han sufrido un estrés térmico agudo, y un retraso en el comienzo de vendimia”, destacó la delegada de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible, Araceli Cabello.
La titular de Agricultura se refirió igualmente a la implantación del Documento de Acompañamiento al Transporte (DAT) que, a su juicio, “supone un cambio sustancial en la forma de organizar y controlar el transporte de los productos agrícolas, mejorando la seguridad alimentaria y la trazabilidad de las producciones”.
En el caso del sector vitivinícola, Cabello destacó que “como novedad, es obligatorio para esta vendimia y que sin embargo, y gracias a la implantación por el Consejo Regulador de la Tarjeta del Viticultor, el DAT no se exigirá en la mayoría de situaciones, lo que agilizará las gestiones de los agentes del sector al considerarse un sistema válido de trazabilidad”.
Un sector "en plena evolución"
Araceli Cabello aseguró que el sector vitivinícola andaluz “se enfrenta en estos momentos a un proceso de cambio importante que es fundamental afrontar para asegurar a medio-largo plazo su sostenibilidad y viabilidad y para ello es necesario fomentar la innovación, garantizar la calidad y seguridad alimentaria, adaptar los sistemas productivos al cambio climático e incrementar el respeto al medio ambiente, como estrategias claras de competitividad”.
Al respecto, la delegada de Agricultura quiso hacer hincapié en el Proyecto Transferencia y Cooperación en Vitivinicultura Andaluza (Transviti), coordinado por Pilar Ramírez, que desarrollará hasta el año 2021 el Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica (Ifapa) de Cabra.
“Con este proyecto se pretende contribuir al desarrollo y avance del sector vitivinícola andaluz para mejorar su competitividad y afianzar su permanencia en nuestra región”, resaltó Cabello, quien se mostró convencida de que la iniciativa permitirá “contribuir al desarrollo de una viticultura fuerte, rentable y sostenible que vaya adaptando sus estructuras productivas y las técnicas de cultivo al cambio climático, pero también a las nuevas demandas del mercado en productos vitivinícolas”.
De igual modo, el Proyecto Transviti –que se lleva a cabo junto con los Centros Ifapa de Málaga y Jerez de la Frontera– persigue también apoyar la industria del vino y sus derivados, mejorando los productos tradicionales andaluces e innovando en nuevos productos que se adapten a las exigencias actuales de los consumidores.
Tal y como destacó la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja-Córdoba), este año se espera una merma de producción con respecto a la campaña anterior del 30 al 40 por ciento “debido fundamentalmente a la falta de lluvia, a una escasa floración y a las temperaturas actuales”, con un incremento del mercurio que afecta negativamente al desarrollo final de la uva en las cepas.
De este modo, si el pasado año se cerró la vendimia con un aforo de 45 millones de kilos, las previsiones de cosecha de Asaja sitúan el balance en unos 28 millones, cifra que, de cumplirse, situaría la campaña 2019 entre las más bajas de la última década.
Y es que en los últimos tiempos, la campaña más productiva fue la del 2003, con 86,1 millones de kilos de uva, una cosecha que permitió elaborar 14,5 millones de litros de vino, de los que 1,5 millones correspondieron a la variedad Pedro Ximénez y 507.000 litros a vinos jóvenes. Desde entonces, el aforo hecho público por el Consejo Regulador sitúa en 2012 la peor cosecha de la última década, cuando cooperativas y bodegas apenas molturaron 27,6 millones de kilos.
En lo que respecta a los precios, Asaja-Córdoba confirmó que las cooperativas están liquidando el kilo de uva de la campaña anterior a un precio medio de 0,36 euros, algo inferior al precio que ofrecieron las bodegas el pasado año, que rondó los 41 céntimos por kilo. No obstante, para esta vendimia 2019, las bodegas no tienen aún definido el precio del kilo, si bien desde la organización agraria se mostraron confiados en que “se mantengan los de la campaña anterior”, hecho que, sumado a la disminución de cosecha, “puede afectar negativamente al sector.”
Pese a la merma de producción que vaticina el sector, tanto desde el Consejo Regulador como desde la Junta de Andalucía coinciden en resaltar la “buena calidad” que presenta la uva a su entrada a los lagares y cooperativas.
“En el comienzo del verano, las temperaturas se han comportado de forma distinta, y han sido como media más suaves que otros años, lo que conlleva una mejor calidad de los racimos de uva, que no han sufrido un estrés térmico agudo, y un retraso en el comienzo de vendimia”, destacó la delegada de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible, Araceli Cabello.
La titular de Agricultura se refirió igualmente a la implantación del Documento de Acompañamiento al Transporte (DAT) que, a su juicio, “supone un cambio sustancial en la forma de organizar y controlar el transporte de los productos agrícolas, mejorando la seguridad alimentaria y la trazabilidad de las producciones”.
En el caso del sector vitivinícola, Cabello destacó que “como novedad, es obligatorio para esta vendimia y que sin embargo, y gracias a la implantación por el Consejo Regulador de la Tarjeta del Viticultor, el DAT no se exigirá en la mayoría de situaciones, lo que agilizará las gestiones de los agentes del sector al considerarse un sistema válido de trazabilidad”.
Un sector "en plena evolución"
Araceli Cabello aseguró que el sector vitivinícola andaluz “se enfrenta en estos momentos a un proceso de cambio importante que es fundamental afrontar para asegurar a medio-largo plazo su sostenibilidad y viabilidad y para ello es necesario fomentar la innovación, garantizar la calidad y seguridad alimentaria, adaptar los sistemas productivos al cambio climático e incrementar el respeto al medio ambiente, como estrategias claras de competitividad”.
Al respecto, la delegada de Agricultura quiso hacer hincapié en el Proyecto Transferencia y Cooperación en Vitivinicultura Andaluza (Transviti), coordinado por Pilar Ramírez, que desarrollará hasta el año 2021 el Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica (Ifapa) de Cabra.
“Con este proyecto se pretende contribuir al desarrollo y avance del sector vitivinícola andaluz para mejorar su competitividad y afianzar su permanencia en nuestra región”, resaltó Cabello, quien se mostró convencida de que la iniciativa permitirá “contribuir al desarrollo de una viticultura fuerte, rentable y sostenible que vaya adaptando sus estructuras productivas y las técnicas de cultivo al cambio climático, pero también a las nuevas demandas del mercado en productos vitivinícolas”.
De igual modo, el Proyecto Transviti –que se lleva a cabo junto con los Centros Ifapa de Málaga y Jerez de la Frontera– persigue también apoyar la industria del vino y sus derivados, mejorando los productos tradicionales andaluces e innovando en nuevos productos que se adapten a las exigencias actuales de los consumidores.
J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍAS: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
FOTOGRAFÍAS: JOSÉ ANTONIO AGUILAR