Juntaletras, actor, columnista, empresario, bético y amante del carnaval, Manu Sánchez (Dos Hermanas, 1985), debuta ahora también como escritor. Surnormal profundo es su primer libro. Durante diez años, ha sido uno de los rostros más conocidos de Canal Sur Televisión. Su paso por TVE, Antena 3, La Sexta y Telecinco le permitieron darse a conocer a nivel nacional.
Compagina su trabajo en televisión con el de director y guionista de 16 Escalones y articulista en Cadena SER. En los últimos años se ha subido a las tablas de numerosos teatros con sus comedias teatrales El Rey Solo, El Último Santo y El Buen Dictador.
—Escribe Risto Mejide en el prólogo de tu libro: “La mayoría de las cosas sobre las que escribe Manu me la pelan”. ¿No te dio por arrancar esa página antes de que llegara al lector?
—Pues no. La verdad es que tardé unos segundos en encajar el inicio del prólogo de mi amigo, pero me parece perfecto. Porque yo no quería que esto fuera un prólogo que viniese a nadar en la misma dirección que yo. Me apetecía que esta surnormalidad profunda la prologase un catalán. Pero además de catalán, es amigo, es incómodo y tocahuevos como yo. Y estaba seguro de que después se terminaría explicando. Así que nada era como parecía al principio.
—Efectivamente. En otro párrafo se corrige y escribe: “… cómo se puede tener tanta mala leche tan bien embotellada”.
—Ahí llega el secreto. Creo que mi amigo Risto ha querido hacer un prólogo al estilo en el que yo hago estas columnas en la radio. Él dice que parece que empiezo diciendo una cosa para acabar haciendo un juego con el humor y la escritura. Y él la replica.
—“Por decirte la verdad en este libro te reirás”. En los análisis de sangre, ¿no te sale sobredosis de ego?
—Todavía no me he tenido que hacer ningún análisis de sangre y más haciendo el humor que el amor con desconocidos.
—Te atreves a decirle a los del Isis que no tienen huevos de venir a por Al-Ándalus. ¿No temes que te tomen la palabra?
—No. Les digo que no tienen huevos de ser Al-Ándalus. Que Al-Ándalus no es un sitio, ni un lugar, ni un tiempo. Al-Ándalus es una forma de entender el mundo. Al-Ándalus fue en su momento lo más avanzado de la civilización. No hay huevos de ser Al-Ándalus.
—Ya no sabes qué hacer para que dejen de tratarte como una cara bonita, como un objeto de deseo, como un icono sexual. ¿El éxito tanto distorsiona la imagen?
—¿Has visto cómo te reías? Te dije antes que la gente iba a reírse. Igual era de mí. Pero espero que en el libro, en algún momento, se rían. Obviamente, para hacer humor, el secreto es empezar riéndote de ti mismo.
—Actor, humorista, guionista, columnista, comentarista. Y ahora autor de libros. ¿Para cuándo lo de presidente del Gobierno, como le prometías a tu madre de pequeñito?
—Le pregunté a mi maestro, El Sabio Tarifa: “¿Juan Luis, usted no ha pensado nunca dedicarse a la política?”. Me dijo: “Manu, ¿la política? Yo siempre he servido para trabajar”.
—En Andalucía el humor es nuestra forma de supervivencia. Dices que tenemos un sentido del humor muy parecido al de los vascos.
—Sí. Yo creo en Euskal-Ándalus. Creo que tenemos esa capacidad de reírnos de nosotros mismos mucho. Y creo que tenemos esa capacidad de entender la realidad. Estamos siempre alerta. Y a los vascos les pasa. Pero los vascos tienen una cosa más que nosotros. Amor propio. Nosotros tenemos mucho amor para darlo pero nos falta el amor propio. Me parece que son un buen espejo los vascos. Es una tierra que admiro.
—El “procés” de Cataluña no es tema de risa. Sin embargo, ha inspirado multitud de chistes y de viñetas. ¿Por qué?
—Bueno, decía El Peña en un cuarteto de Cádiz: “De momento aquí están sirviendo de cachondeo”. Así que no será tema de risa, pero está sirviendo de cachondeo. Bueno, porque creo que no se sostiene su argumentario. Yo creo en la autodeterminación y en la soberanía de los pueblos. Pero este argumentario xenófobo, supremacista y agorafóbico yo no lo compro. Creo que la gente cabal, más allá de las emociones, que es a lo que alegan los que están allí adentro, no lo compramos.
—Cuando hacías 'El Rey Solo' en Barcelona, al final de la función, Risto Mejide pidió matrimonio a Laura sobre el escenario. ¿Te conmovió ese acto, sobre todo proviniendo de alguien sin piedad como Risto?
—No. No me conmovió. Me acojonó. Y pensé: “¿Qué están haciendo con mi amigo?”. Ha pasado el tiempo y me alegro. Lo están cambiando pero para mejor.
—En tu penúltima obra teatral, 'El último Santo', Satán es muy “capillita”, le gusta la Semana Santa. ¿Nadie te llamó tonto de capirote?
—Vamos, si no me lo han llamado, habrá sido porque el metro noventa y tres les ha echado para atrás. Pero soy un gran tonto de capirote. Aquí en Andalucía entendemos la Semana Santa como algo complejo. Es pagana y beata a la vez. Es roja y facha. Hay un montón de cosas que creo que solo acabamos entendiéndolas por aquí.
—El libro se titula 'Surnormal profundo'. ¿Te has tropezado muchos de esta especie por el mundo?
—Pues ojalá. Ojalá me tropiece con muchos más. Porque la surnormalidad no es mucho más que la normalidad del sur. El surrealismo no es menos que el realismo, sino que va mucho más allá del realismo. Así que esta surnormalidad va más allá de la normalidad. Es la normalidad de los nuestros, de esta tierra.
Compagina su trabajo en televisión con el de director y guionista de 16 Escalones y articulista en Cadena SER. En los últimos años se ha subido a las tablas de numerosos teatros con sus comedias teatrales El Rey Solo, El Último Santo y El Buen Dictador.
—Escribe Risto Mejide en el prólogo de tu libro: “La mayoría de las cosas sobre las que escribe Manu me la pelan”. ¿No te dio por arrancar esa página antes de que llegara al lector?
—Pues no. La verdad es que tardé unos segundos en encajar el inicio del prólogo de mi amigo, pero me parece perfecto. Porque yo no quería que esto fuera un prólogo que viniese a nadar en la misma dirección que yo. Me apetecía que esta surnormalidad profunda la prologase un catalán. Pero además de catalán, es amigo, es incómodo y tocahuevos como yo. Y estaba seguro de que después se terminaría explicando. Así que nada era como parecía al principio.
—Efectivamente. En otro párrafo se corrige y escribe: “… cómo se puede tener tanta mala leche tan bien embotellada”.
—Ahí llega el secreto. Creo que mi amigo Risto ha querido hacer un prólogo al estilo en el que yo hago estas columnas en la radio. Él dice que parece que empiezo diciendo una cosa para acabar haciendo un juego con el humor y la escritura. Y él la replica.
—“Por decirte la verdad en este libro te reirás”. En los análisis de sangre, ¿no te sale sobredosis de ego?
—Todavía no me he tenido que hacer ningún análisis de sangre y más haciendo el humor que el amor con desconocidos.
—Te atreves a decirle a los del Isis que no tienen huevos de venir a por Al-Ándalus. ¿No temes que te tomen la palabra?
—No. Les digo que no tienen huevos de ser Al-Ándalus. Que Al-Ándalus no es un sitio, ni un lugar, ni un tiempo. Al-Ándalus es una forma de entender el mundo. Al-Ándalus fue en su momento lo más avanzado de la civilización. No hay huevos de ser Al-Ándalus.
—Ya no sabes qué hacer para que dejen de tratarte como una cara bonita, como un objeto de deseo, como un icono sexual. ¿El éxito tanto distorsiona la imagen?
—¿Has visto cómo te reías? Te dije antes que la gente iba a reírse. Igual era de mí. Pero espero que en el libro, en algún momento, se rían. Obviamente, para hacer humor, el secreto es empezar riéndote de ti mismo.
—Actor, humorista, guionista, columnista, comentarista. Y ahora autor de libros. ¿Para cuándo lo de presidente del Gobierno, como le prometías a tu madre de pequeñito?
—Le pregunté a mi maestro, El Sabio Tarifa: “¿Juan Luis, usted no ha pensado nunca dedicarse a la política?”. Me dijo: “Manu, ¿la política? Yo siempre he servido para trabajar”.
—En Andalucía el humor es nuestra forma de supervivencia. Dices que tenemos un sentido del humor muy parecido al de los vascos.
—Sí. Yo creo en Euskal-Ándalus. Creo que tenemos esa capacidad de reírnos de nosotros mismos mucho. Y creo que tenemos esa capacidad de entender la realidad. Estamos siempre alerta. Y a los vascos les pasa. Pero los vascos tienen una cosa más que nosotros. Amor propio. Nosotros tenemos mucho amor para darlo pero nos falta el amor propio. Me parece que son un buen espejo los vascos. Es una tierra que admiro.
—El “procés” de Cataluña no es tema de risa. Sin embargo, ha inspirado multitud de chistes y de viñetas. ¿Por qué?
—Bueno, decía El Peña en un cuarteto de Cádiz: “De momento aquí están sirviendo de cachondeo”. Así que no será tema de risa, pero está sirviendo de cachondeo. Bueno, porque creo que no se sostiene su argumentario. Yo creo en la autodeterminación y en la soberanía de los pueblos. Pero este argumentario xenófobo, supremacista y agorafóbico yo no lo compro. Creo que la gente cabal, más allá de las emociones, que es a lo que alegan los que están allí adentro, no lo compramos.
—Cuando hacías 'El Rey Solo' en Barcelona, al final de la función, Risto Mejide pidió matrimonio a Laura sobre el escenario. ¿Te conmovió ese acto, sobre todo proviniendo de alguien sin piedad como Risto?
—No. No me conmovió. Me acojonó. Y pensé: “¿Qué están haciendo con mi amigo?”. Ha pasado el tiempo y me alegro. Lo están cambiando pero para mejor.
—En tu penúltima obra teatral, 'El último Santo', Satán es muy “capillita”, le gusta la Semana Santa. ¿Nadie te llamó tonto de capirote?
—Vamos, si no me lo han llamado, habrá sido porque el metro noventa y tres les ha echado para atrás. Pero soy un gran tonto de capirote. Aquí en Andalucía entendemos la Semana Santa como algo complejo. Es pagana y beata a la vez. Es roja y facha. Hay un montón de cosas que creo que solo acabamos entendiéndolas por aquí.
—El libro se titula 'Surnormal profundo'. ¿Te has tropezado muchos de esta especie por el mundo?
—Pues ojalá. Ojalá me tropiece con muchos más. Porque la surnormalidad no es mucho más que la normalidad del sur. El surrealismo no es menos que el realismo, sino que va mucho más allá del realismo. Así que esta surnormalidad va más allá de la normalidad. Es la normalidad de los nuestros, de esta tierra.
ANTONIO LÓPEZ HIDALGO
FOTOGRAFÍA: ELISA ARROYO
FOTOGRAFÍA: ELISA ARROYO