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Juan C. Romero | Miedo al 'procés'

Verde, blanca y verde, el programa que Canal Sur Televisión emite en su prime time, volvió anteanoche a eludir el debate en clave andaluza con un monográfico sobre la situación de Cataluña que anotó un pobre 2,5 por ciento de cuota de pantalla. El debate, a razón de 43.000 euros por emisión, toca fondo y elude la clave andaluza en sus contenidos.



Una vez más, Canal Sur obvia la función pública que le es inherente y priva a la audiencia de contar con representantes y portavoces de los agentes sociales que han liderado y protagonizado la actualidad en las diferentes provincias andaluzas.

Las preocupaciones de los andaluces pueden esperar. Verde, blanca y verde parece al margen de la defensa de la Sanidad pública,  que sigue dejando en los últimos meses movilizaciones en Andalucía, por ejemplo, las promovidas por el doctor Jesús Candel, Spiriman, desde Granada. Sirve de ejemplo, toda vez que sería inimaginable ver a Candel debatir con autoridades y representantes políticos sobre la Sanidad en Andalucía.

No es un tema excepcional, ni el único agente social que se obvia. Se pasa totalmente de la cuestión andaluza. El diseño de este debate parece concebido para marcar una agenda diferente a la que preocupa realmente a la ciudadanía, como las convocatorias feministas del pasado 8 de marzo desbordaron todas las provisiones, o el profesorado interino en Andalucía, que se echó a las calles para pedir un plan que les dé estabilidad en su trabajo en los centros educativos, mejorando así la Educación pública, o los pensionistas que están preocupados por el deterioro de sus condiciones de vida también en Andalucía, y han convocado movilizaciones para el próximo 17 de marzo.

La selección de estos contenidos parece ideada con el objetivo instrumental a los intereses del Gobierno de Susana Díaz de desviar el foco mediático de las cuestiones de relevancia andaluza a otras cuestiones que nada aportan para la televisión autonómica andaluza, ni son un estímulo para la audiencia andaluza.

El monográfico sobre Cataluña sirvió para que la producción tocase fondo. El prime time de Canal Sur con Verde, blanca y verde obtuvo su peor nota respecto a los tres programas emitidos hasta la fecha con un 2,5 por ciento de la cuota de pantalla.

En una semana marcada por la agitación social en las calles andaluzas como consecuencia de las protestas de pensionistas, profesorado interino o la histórica huelga feminista que el 8 de marzo, Verde, blanca, verde se ampara en la guerra de banderas para alimentar de contenidos su programa con un enfoque controvertido.

La producción de corte oficialista estuvo plagada de lugares comunes y dogmas centralistas al abordar el tema catalán. Entre los invitados para opinar sobre Cataluña faltaban voces más diversas y plurales, y pesaba cierta unanimidad, cuestión que se ponía de manifiesto a medida que tomaban la palabra.

El equipo de Verde, blanca y verde llega a imprimir carácter editorial al programa, que se hace evidente en la manera de plantear las preguntas, en la dramatización de lo que se cuenta, y en el tono. Una tutorización que la audiencia, al hilo de los pobres datos, no estuvo dispuesta a soportar. Desde plató, la copresentadora, Laura Lobo, pregunta si "hay miedo" en Cataluña por el procés.

"Hay sobre todo preocupación y mucha incertidumbre, y eso es lo que vamos a ir desgranando a lo largo de la noche en este programa especial", dramatizaba María López, enviada especial de la superproducción a Cataluña. "La actualidad manda y vamos a estar muy pendientes de la última hora de Cataluña", añadía la enviada especial, como si el tema catalán estuviese eclosionando en la noche del lunes y justificase en modo alguno la conexión de enviadas especiales para relatar alguna noticia urgente al pie de la calle.

Entre los invitados a este monográfico queda latente que Canal Sur rehúye de poner en marcha una producción contando con profesionales andaluces, referentes de los agentes sociales de Andalucía, y en clave andaluza.

Si el objetivo era valorar desde Andalucía la situación de Cataluña, la selección de invitados al debate fue cuando menos controvertida, toda vez que acudieron a la televisión pública andaluza Jordi Xuclá, diputado del PDCAT; Gemma Ubbasat, profesora de Ciencias políticas de la Universidad de Girona; José Rodríguez de la Borbolla, expresidente de la Junta de Andalucía; Gabriel Colomé, profesor de Ciencias Políticas en Barcelona; Rafael Porras, director de El Mundo Andalucía; y Lorena Mostajo, responsable de Casals de Cataluña.

La cuidada puesta en escena, profesionalidad del equipo que no se pone en cuestión, grafismos, sintonías y decorados contrastan con el ritmo lento, tedioso y por momentos desordenado del programa. El debate no fluye. Se interrumpe continuamente con numerosos invitados que conectan desde las pantallas del plató y se salpica de estudios de opinión de la Universidad de Granada que no despiertan interés ni para las personas que deben debatirlos. Entre tantos elementos diferentes y carentes de coherencia unos con otros, la audiencia llega a perderse.

El espacio de Paco Lobatón, pese al alto costo de 43.000 euros por emisión para los andaluces, no contribuye a articular el territorio andaluz y a dar voz a representantes de asociaciones, colectivos o fuerzas políticas para que sean reconocidas para el conjunto de la sociedad andaluza.

JUAN C. ROMERO
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