Barrunto que para hablar de la andaluza continental americana María del Águila Boge, tengo primero que despojarme de la sana envidia que me produce el intelecto superior de persona elegida para ser la compilación de muchas cosas que muchos queremos, pero no somos capaces de vislumbrar con el color perfecto que lo hace esta gran mujer andaluza americana.
Nació María del Águila en la andaluza ciudad del Castillo del Río de la Colina, la Al-Kala Guad-el-Ira Medina andalusí, la Alcalá de Guadaria de ahora, y, muy prontico se fue por la lectura y la producción literaria que hace escuela, que crea ganas de sentir lo que tiene que sentir una persona que aparta lo monótono, la perfolla de lo diario, y nos dice cosas muy diferentes de lo que escuchamos o leemos cotidianamente.
He descubierto tarde a María del Águila, pero cuando me quiero consolar, me digo que antes que ella estaban en mi conocimiento la existencia de Gabriela Mistral, Rubén Darío, Neruda, los Machados que, junto con otros muy pocos más, llenaron mi tiempo de poesía, hasta que llegó María, y yo que íntimamente creía que quería a la que llamo mi América Morena, ella con su poesía y su hermosa prosa me ha dejado meditando por si lo mío solo es algo superficial.
María ya tenía que estar siendo estudiada, como muy poco, en las escuelas, los institutos y las universidades de habla hispana; pero está claro que España es el país clásico de lo fácil, que después se hace muy difícil y se paga gastando suela de alpargata. España quiere tener “cuatro poeta muertos” en candelero, y “va de sobrao”, poeta muerto en poeta muerto, hasta perderlo en los recovecos y los confines de los años. Por eso a muy pocos los honra en vida.
Y puede que no se honren en vida, no porque como alegan las dueñas de las orientaciones de lo que se debe o no se debe leer –todo en proporción a lo que a ellas les sea más rentable– sino porque probablemente en todo ello existe una concordancia que no se da en otro aspecto social alguno.
Las poderosas editoriales meten por los ojos o sacan de sus exposiciones los poetas o autores que quieren, y el pueblo, la gente, como siempre, está en un constante estado de urgencia respecto a no complicarse la vida, no entra en análisis y se alinea con la moda o abundante sugerencia. Y en descarga a dicha orientación popular, como todo está preparado, viene aquello de "la gente no es tonta", "si una cosa no tiene valor, no la lee…". Pues mismico lo que está pasando.
Porque decir que la envidia es la moneda de curso legal con más valor intrínseco en esta España de valores muertos –porque lo vivo puede no ser dócil– da mucho miedo a los que hasta en eso quieren controlarlo todo y lo han conseguido.
Una mujer andaluza, española, que sale de aquella España del 1967 cuando todavía las mujeres tenían que llevar velo y manga larga para no alterar el basamento de conducta de una agrupación humana –quizá la más machista que existe–, que se marcha a vivir y a estudiar a Suiza, Italia y Francia, y comienza a colaborar en las publicaciones “nacionales” españolas de la época.
Una mujer que cruza la Mar Océana para dirigir la cultura de habla española en un territorio, como es el gringo, que avejenta hasta en la apariencia y enrobina todo lo que huele a español y, encima, triunfar allí en territorio siempre hostil por la brutalidad de su egocentrismo, se merece un gran reconocimiento de las instituciones españolas. Pero claro, estamos en España. Y en España, las cosas empiezan a valer cuando el creador está muerto y ya no puede revolverse sobre los abundantes desmanes.
Gracias a Internet he podido conocer parte de la emocionante obra de María del Águila Boge. Tengo algunas de sus obras en mi mesilla de noche para dosificármelas del mismo modo y manera a como me dosifico a los grandes que enumeré arriba y algunos pocos más.
He tenido la inmensa suerte de conocerla viva, escribiendo y opinando. Y cuando dice "solo me queda el Mar y me conformo. Porque el Mar, a pesar de su prepóstera amenaza, nunca me haría daño…”, desde aquí le lanzo la advertencia de que el mar es de los dos, el mar del mar, de la mar de adentro, que siempre entiendo como de mi propiedad, el que nunca hará daño a quien no se lo haga, caso de esta mujer española, andaluza.
María del Águila Boge es una excelente ingeniera de Caminos que construye los puentes necesarios para que no se nos olvide, a pesar de la envidia y los intereses, que tenemos una lengua española que ya ha constituido el imperio verdadero: el de la cultura común entre Indoespaña y España, a pesar de los estamentos españoles al respecto para su cuido y protección. Salud y Felicidad.
Nació María del Águila en la andaluza ciudad del Castillo del Río de la Colina, la Al-Kala Guad-el-Ira Medina andalusí, la Alcalá de Guadaria de ahora, y, muy prontico se fue por la lectura y la producción literaria que hace escuela, que crea ganas de sentir lo que tiene que sentir una persona que aparta lo monótono, la perfolla de lo diario, y nos dice cosas muy diferentes de lo que escuchamos o leemos cotidianamente.
He descubierto tarde a María del Águila, pero cuando me quiero consolar, me digo que antes que ella estaban en mi conocimiento la existencia de Gabriela Mistral, Rubén Darío, Neruda, los Machados que, junto con otros muy pocos más, llenaron mi tiempo de poesía, hasta que llegó María, y yo que íntimamente creía que quería a la que llamo mi América Morena, ella con su poesía y su hermosa prosa me ha dejado meditando por si lo mío solo es algo superficial.
María ya tenía que estar siendo estudiada, como muy poco, en las escuelas, los institutos y las universidades de habla hispana; pero está claro que España es el país clásico de lo fácil, que después se hace muy difícil y se paga gastando suela de alpargata. España quiere tener “cuatro poeta muertos” en candelero, y “va de sobrao”, poeta muerto en poeta muerto, hasta perderlo en los recovecos y los confines de los años. Por eso a muy pocos los honra en vida.
Y puede que no se honren en vida, no porque como alegan las dueñas de las orientaciones de lo que se debe o no se debe leer –todo en proporción a lo que a ellas les sea más rentable– sino porque probablemente en todo ello existe una concordancia que no se da en otro aspecto social alguno.
Las poderosas editoriales meten por los ojos o sacan de sus exposiciones los poetas o autores que quieren, y el pueblo, la gente, como siempre, está en un constante estado de urgencia respecto a no complicarse la vida, no entra en análisis y se alinea con la moda o abundante sugerencia. Y en descarga a dicha orientación popular, como todo está preparado, viene aquello de "la gente no es tonta", "si una cosa no tiene valor, no la lee…". Pues mismico lo que está pasando.
Porque decir que la envidia es la moneda de curso legal con más valor intrínseco en esta España de valores muertos –porque lo vivo puede no ser dócil– da mucho miedo a los que hasta en eso quieren controlarlo todo y lo han conseguido.
Una mujer andaluza, española, que sale de aquella España del 1967 cuando todavía las mujeres tenían que llevar velo y manga larga para no alterar el basamento de conducta de una agrupación humana –quizá la más machista que existe–, que se marcha a vivir y a estudiar a Suiza, Italia y Francia, y comienza a colaborar en las publicaciones “nacionales” españolas de la época.
Una mujer que cruza la Mar Océana para dirigir la cultura de habla española en un territorio, como es el gringo, que avejenta hasta en la apariencia y enrobina todo lo que huele a español y, encima, triunfar allí en territorio siempre hostil por la brutalidad de su egocentrismo, se merece un gran reconocimiento de las instituciones españolas. Pero claro, estamos en España. Y en España, las cosas empiezan a valer cuando el creador está muerto y ya no puede revolverse sobre los abundantes desmanes.
Gracias a Internet he podido conocer parte de la emocionante obra de María del Águila Boge. Tengo algunas de sus obras en mi mesilla de noche para dosificármelas del mismo modo y manera a como me dosifico a los grandes que enumeré arriba y algunos pocos más.
He tenido la inmensa suerte de conocerla viva, escribiendo y opinando. Y cuando dice "solo me queda el Mar y me conformo. Porque el Mar, a pesar de su prepóstera amenaza, nunca me haría daño…”, desde aquí le lanzo la advertencia de que el mar es de los dos, el mar del mar, de la mar de adentro, que siempre entiendo como de mi propiedad, el que nunca hará daño a quien no se lo haga, caso de esta mujer española, andaluza.
María del Águila Boge es una excelente ingeniera de Caminos que construye los puentes necesarios para que no se nos olvide, a pesar de la envidia y los intereses, que tenemos una lengua española que ya ha constituido el imperio verdadero: el de la cultura común entre Indoespaña y España, a pesar de los estamentos españoles al respecto para su cuido y protección. Salud y Felicidad.
JUAN ELADIO PALMIS