De nuevo vuelvo a ser tierra arrasada por lluvia ácida. Se ha despertando el monstruo de la rabia y la ira, sin que yo sepa cómo domarlo. Llevo mucho tiempo haciendo como que he aceptado que mis padres me metieran en colegios internos, incluso en verano; que no me cuidaran; que solo me vieran en fotos y que les importara un bledo las noches de miedo que pasaba en esos colegios llenos de monjas frías y agrias. Yo era solo una niña y me abandonaron.
Esta mañana me han despertado los recuerdos, los fríos internos, los huecos emocionales, la rabia ante la desprotección. Todos los psicólogos a los que he ido me dicen que tengo que querer a mis padres para estar bien. Y una mierda. Aquí estoy jugando a hacer que los perdono mientras la frustración me parasita el pecho y quiero gritar que son unos cerdos; quiero pedirle explicaciones al cielo de por qué tuve que nacer.
Hoy la vida se me hace cuesta arriba y preferiría no existir, no haber salido nunca del limbo. No tengo recuerdos de ese sitio y eso es bueno. El limbo debe ser un buen lugar para no existir. No entiendo lo injusto del mundo: gente buena que quiere tener hijos y los criaría bien y no pueden; y gente desalmada que tiene una facilidad increíble para procrear.
¡Que difícil ser madre o padre! Yo lo tengo claro, conmigo se van mis genes. Punto final. Hay mucha gente que tiene hijos porque hay que tenerlos y otros para no estar solos. No quieren romper el cordón umbilical, no les dan libertad, ni los educan para ser responsables de su vida, para buscar su propio camino. Y los míos solo querían la foto. Me cosificaron.
¿Cómo sacar la rabia de dentro? ¿Cómo escupirla? ¿Cómo quererme lo suficiente para perdonarlos y olvidarlos? ¿Cómo puedo sacudirme el polvo de los zapatos del pasado y formatear mi cerebro para que hoy sea el día de mi nacimiento? Quiero hacerlo, necesito empezar de cero si quiero seguir en esta vida. La cuerda se tensa y mi equilibrio peligra.
¿Cómo sacar la mierda de mi mochila invisible? ¿Alguien me lo podrá decir? Los psicólogos no me han ayudado a apegarme a la vida; no han sido capaces de sacarme del valle de la muerte. Dejaré que pase este día como sea. Me iré al cine o me esconderé en un libro. Espero que la lucidez me visite de noche.
Esta mañana me han despertado los recuerdos, los fríos internos, los huecos emocionales, la rabia ante la desprotección. Todos los psicólogos a los que he ido me dicen que tengo que querer a mis padres para estar bien. Y una mierda. Aquí estoy jugando a hacer que los perdono mientras la frustración me parasita el pecho y quiero gritar que son unos cerdos; quiero pedirle explicaciones al cielo de por qué tuve que nacer.
Hoy la vida se me hace cuesta arriba y preferiría no existir, no haber salido nunca del limbo. No tengo recuerdos de ese sitio y eso es bueno. El limbo debe ser un buen lugar para no existir. No entiendo lo injusto del mundo: gente buena que quiere tener hijos y los criaría bien y no pueden; y gente desalmada que tiene una facilidad increíble para procrear.
¡Que difícil ser madre o padre! Yo lo tengo claro, conmigo se van mis genes. Punto final. Hay mucha gente que tiene hijos porque hay que tenerlos y otros para no estar solos. No quieren romper el cordón umbilical, no les dan libertad, ni los educan para ser responsables de su vida, para buscar su propio camino. Y los míos solo querían la foto. Me cosificaron.
¿Cómo sacar la rabia de dentro? ¿Cómo escupirla? ¿Cómo quererme lo suficiente para perdonarlos y olvidarlos? ¿Cómo puedo sacudirme el polvo de los zapatos del pasado y formatear mi cerebro para que hoy sea el día de mi nacimiento? Quiero hacerlo, necesito empezar de cero si quiero seguir en esta vida. La cuerda se tensa y mi equilibrio peligra.
¿Cómo sacar la mierda de mi mochila invisible? ¿Alguien me lo podrá decir? Los psicólogos no me han ayudado a apegarme a la vida; no han sido capaces de sacarme del valle de la muerte. Dejaré que pase este día como sea. Me iré al cine o me esconderé en un libro. Espero que la lucidez me visite de noche.
MARÍA JESÚS SÁNCHEZ